Una terrible hipocresía.

26 enero, 2013 at 8:16

Mi reflexión de hoy: queridos amigos, vuelvo a realizar mi reflexión otra vez sobre el discurso del presidente Obama. Es obvio mi interés, porque no en vano es el presidente de la considerada “nación más poderosa de este planeta” y por tanto, todo lo que diga o haga este país y su presidente afecta a miles de millones de personas.

Es de justicia reconocer que los estadounidenses pueden presumir de tener como presidente a un magnífico orador y, en tal sentido, Obama nos ofreció un discurso de investidura grandilocuente y muy esperanzador. Pero en mi opinión le faltaron alusiones sobre todo con temas tan candentes y sangrantes como el de los feminicidios en Ciudad Juárez, unos asesinatos íntimamente relacionados con la inmigración irregular y el narcotráfico desde esta ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos.
Es un drama de incalculables proporciones, dantesco, horripilante.
Es verdad que el presidente Obama habló, y mucho, del papel de Estados Unidos para gestionar las crisis en el extranjero, de la necesidad de paz duradera y de apoyar las democracias y el anhelo de libertad en todas partes, desde Asia hasta África, desde las Américas hasta el Medio Oriente, y que también hizo una referencia aunque a mi entender, muy por encima, hacia la necesidad de mejorar las leyes estadounidenses de recepción de Inmigrantes que buscan en EE.UU su oportunidad. Pero no se refirió en ningún momento a la crítica situación que se vive muy cerca de su casa, en la frontera con México, donde los derechos de las mujeres, incluso el más esencial, el de la vida, es diariamente pisoteado. Vuelvo a repetir, queridos amigos, que la situación es absolutamente » dantesca»

Obama prometió a los estadounidenses “un país en el que cada persona encuentre independencia y orgullo en su trabajo, en el que los trabajadores honestos reciban un salario que pueda sacar a sus familias del sufrimiento, en el que una niña nacida en la más sombría pobreza sepa que tiene las mismas oportunidades que cualquiera”. Prometió completar el trabajo para la igualdad de las mujeres, pero claro está, se refería a las estadounidenses, y no a las residentes al otro lado de la frontera, y especialmente aquellas a las que sólo las separa, de la nación más poderosa del mundo, la corriente del Río Bravo y que Estados Unidos debería intervenir «ayer» y evitar tanto drama y terror como el que se está viviendo en Ciudad Juárez.

El presidente obvió entrar al trapo en temas tan candentes y sangrantes como el de la violencia contra las mujeres de Ciudad Juárez, un tema tan cercano a los EE.UU y directamente relacionado con la inmigración irregular, el machismo y el narcotráfico en la frontera con México. Los asesinatos de mujeres y niñas en Ciudad Juárez se iniciaron hace dos décadas, y sólo en el 2012 se han contabilizado más de 700 feminicidios, muertes atroces y horribles. Setecientas vidas de mujeres solo en el año 2012. Dantesco.

Las víctimas de estos brutales asesinatos cuyo modus operandi incluyen la violación, el ensañamiento y la mutilación, son por lo general mujeres jóvenes, niñas y adolescentes entre los 12 y los 25 años de edad, provenientes de familias de escasos recursos que trabajan en las maquilas (factorías generalmente de capital estadounidense).

No debemos olvidar que México está considerado como un país hipermachista, y la hipermasculinidad de sus hombres choca con la búsqueda por las mujeres de nuevas oportunidades laborales dentro de las fábricas y fuera de sus casas, además de considerarlas una competencia a la hora del acceso a un puesto de trabajo. Y que toda esta cultura machista se enlaza con las acciones del crimen organizado, con la actividad misógina de las numerosas pandillas existentes en las ciudades fronterizas y con el tráfico de drogas, pues Ciudad Juárez es sede de uno de los carteles mexicano con más alto nivel de violencia.

Cierto es que el máximo responsable de esta situación, de que existan miles de cruces rosas plantadas en Ciudad Juárez, es el propio estado y gobierno de México por tolerarla, como así ha sentenciado la Corte Internacional de Derechos Humanos, pero no lo es menos que la actividad de los cientos de compañías norteamericanas asentadas en las ciudades fronterizas mexicanas como Ciudad Juárez, ha generado mucha riqueza a estos inversores estadounidenses gracias a la explotación que estas maquilas hacen de miles y miles de mujeres mexicanas a las que ofrecen trabajos infravalorados, y este hecho hace responsables subsidiarios de la situación generada tanto a los empresarios inversores como al gobierno de los EE.UU, que ha favorecido la implantación de dichas fábricas con su Tratado de Libre Comercio.
Tenemos que conseguir una política humanista donde los más elementales derechos sean nuestra premisa política, donde la igualdad sea la práctica habitual, donde la seguridad y el respeto al ser humano prime sobre todas las cosas, donde las mujeres sean valoradas de igual a igual.
Esto esta pasando en la ventana del país más poderoso del mundo, pero por ahora, parece que se prefiere hacer la barbacoa en el patio trasero que » asomarse a la ventana»
El mundo está lleno de situaciones de terrible hipocresía.
Feliz sábado amigas amigos.

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