Y hoy, en @jpinolere XXXII Feria de Pinolere, se rendirá un emotivo homenaje a una tradición centenaria en la Isla de #lagomera #arure – El Ramo de Arure- que hacen año tras año en el pueblo de Arure. Veremos a Conchita Trujillo ( que ganas de darle un abrazo¡¡! Cuantos recuerdos !!! -mi amiga y premio Canarias de Gastronomia- , las chácaras y tambores de la Gomera, a doscientos artesanos/as al Encuentro Internacional de Torneros, a los puestos de nuestra gastronomía artesana que se está trabajando para tener un sello único en el mundo, al cariño del pueblo de #Pinolere en #LaOrotava . Cita que no puedes faltar. Desde las 10:00 . Mañana día domingo también estarán. Los esperamos. El Ramo De Arure
El Ramo en Arure está vinculado a dos fiestas:
– La Virgen de la Salud
(15 de julio), que se celebra junto con San Buenaventura (14 de julio).
– San Salvador (16 de agosto), que se celebra junto con la de San Nicolás (17 de agosto).
Cada año confecciona el Ramo una familia, que al finalizar la fiesta se lo entrega a la que lo va a realizar el año siguiente. La confección del Ramo está vinculada a promesas realizadas por las familias. Existiendo una lista en donde las personas que quieran hacer el Ramo tienen que apuntarse previamente. En la de la Virgen de la Salud hay “lista de espera” de hasta 10 años. Siendo esto un fenómeno actual, “porque hay abundancia” ya que antiguamente no eran tan largas. Las promesas pueden ser:
– Promesas relacionadas con la salud. (Más vinculadas a la Virgen de la Salud).
– Promesas vinculadas a la emigración. Por haber tenido salud y suerte en otras tierras. Haber hecho fortuna en Venezuela o suerte en el trabajo en el Sur (Sur de Tenerife).
– Por enfermedades del ganado. Por animales que se enfermaban y luego se salvaban. Más vinculadas a San Salvador (“San Salvador bendito”), patrón del ganado. En torno a él giran las promesas, como el donar el producto de la venta del mayor queso que se haga en el año, o incluso gente que llevaba sus animales que habían estado enfermos a la procesión, por ejemplo una vaca.
– Promesas puntuales.
La fiesta empieza por la mañana, en la casa de la familia que ha hecho la promesa de confeccionar el Ramo. Allí se congregan los que van a participar en su elaboración y se les agasaja con un brindis sencillo consistente en pan, bollos, galletas (amasijos en general porque para esos días se amasaba), higos pasados, queso, vino, etc. Una vez el Ramo está terminado, se lleva en procesión acompañado de tambores y chácaras, hacia la Iglesia. En el camino, se improvisan pies de romances para la ocasión que hacen referencia a la familia encargada de hacerlo y a la promesa cumplida.
Gracias te damos, cumplida
nuestra promesa ofrecida.
El Ramo lleva un espejo
que alumbra con su reflejo.
El Ramo se coloca al lado del altar. Se celebra la misa, y una vez concluida sale la procesión.
En la fiesta de la Virgen de la Salud, sale la procesión de la Iglesia de Arure encabezada por el Ramo y seguida por la imagen de la Virgen, que se llevan hasta la carretera general y a continuación regresan al templo.
En el caso de San Salvador, antiguamente el Ramo se llevaba a su ermita, situada en el lugar denominado “El Santo” (sobre Taguluche), pero como la misma estuvo mucho tiempo derruida, desde hace ya muchos años se lleva a la Iglesia de Arure; allí se hace la misa y a continuación se saca en procesión el Ramo, seguido de San Salvador, y se encamina, acompañada por los tambores, las chácaras y las filas de bailadores hacia su antigua ermita en El Santo, que actualmente se encuentra reconstruida .
¿A dónde vas de romería?
Donde otros tiempos solía.
Allí se hace un descanso y regresa la procesión de nuevo hacia la Iglesia. En ambos casos, Virgen de la Salud y San Salvador, el Ramo regresa a la Iglesia hasta que, por la tarde, se recoge y se lleva en procesión hasta la casa de la familia encargada de realizarlo para el siguiente año. Se van cantando pies de romance alusivos a la familia que lo recogía.
Aquí llevamos la estrella
para Manuel Ramos y Ofelia.
Aquí vamos con el ramo
más arriba lo entregamos
Aquí vamos con el ramo
más arriba lo esconchamos
La familia que lo recoge, se queda con el Ramo. Ahora bien, la entrega de vecino a vecino, de casa de familia en casa de familia, es un elemento ritual del máximo interés que otorga a Arure un rasgo diferenciado respecto a otras fiestas del Ramo.
Sin embargo, en los últimos tiempos, este significado tradicional del Ramo se ha ido perdiendo, puesto que se ido convirtiendo en un motivo de ostentación de aquellos que intentan demostrar un mayor estatus social y económico, transformando los sencillos brindis de antaño en auténticos festines en donde se gastan grandes sumas de dinero que familias normales no pueden asumir, alejándose totalmente del concepto de fiesta sencilla y comunitaria donde los vecinos compartían sus recursos. De esta manera, en los últimos años nadie quiere hacerse con el Ramo porque resulta muy caro de organizar.
Inma Hernández Chinea y Miguel Ángel Hernández Méndez. Revista Bienmesabe, Nº 130.
El dominical del periódico regional ‘la Provincia’, dedicaba en su sección ‘Protagonistas de la cocina tradicional canaria’ un artículo a Conchita ‘la de Arure’. El trabajo de la periodista Concha de Ganzo Martínez saca a relucir la Conchita conocida en la Gomera por su humildad, trabajo y amabilidad con la gente de su pueblo y con aquellos que antaño se acercaban por su negocio. Sus recetas y el famoso ‘potaje de berros’ siguen siendo parte de su identidad a pesar de estar ya jubilada.
Artículo del periódico ‘la Provincia’
Nadie prepara el potaje de berros como Conchita, la de Arure, ni esos postres típicos de La Gomera. Sus recetas se hicieron tan populares que las guaguas de extranjeros se paraban en su bar para probar estas delicias. Ya jubilada, aún sigue recibiendo postales de algún turista que no ha podido olvidar su comida.
Conchita habla con parsimonia, con la delicadeza de quien sabe lo importante que es escuchar al vecino, y entretenerse en una charla amena hasta que las campanas de la iglesia de nuestra señora de la Salud recuerden que hay que volver a casa. En Arure la gente se conoce por los nombres, sabe cómo apodan a su familia, cuántos quedan, dónde trabajan y hasta los males que aquejan a los mayores de cualquier casa. Por eso nadie se extraña cuando ven caminar por la carretera a Clarita, con su inseparable bastón y ese andar pausado. A sus 101 años, Clarita nunca ha estado en un hospital, y cada vez que puede cuenta a quien quiera escuchar los secretos de su buena salud. Preocupados por ella, cualquier vecino nada más verla aparecer por el primer recoveco del camino siempre le dan el mismo consejo: “cuando vea algún coche, usted se desarrima de la carretera, ya lo sabe Clarita”. Y ella sigue en su lento ir y venir por las calles empinadas de Arure.
Conchita Trujillo Jara se siente una mujer privilegiada. Por tener los padres que ha tenido y por vivir en La Gomera. En medio de la naturaleza, con barrancos por los que corre el agua limpia, y en cuyas orillas nacen los berros frescos que cogen para hacer uno de los platos más típicos de la isla: su famoso potaje.
Sus padres, José Trujillo y Margarita Jara tenían una tienda de esas de aceite, vinagre y gofio. El lugar ideal para conocer un poco más a los vecinos y descubrir que a la pequeña de la casa se le daba muy bien hablar con la gente, “me encanta, y si puedo ayudar en algo, mejor”. Poco a poco, viendo a su madre cómo cocinaba y a su abuela Isabel empezó a meterse cada vez más en la cocina hasta que ya sola decidió dar su toque personal a los potajes, a las carnes y a los postres.
Sus padres emigraron a Venezuela en busca de una vida mejor para la familia, y ella, con 18 años, ya casada y con hijos, opta por quedarse al frente de aquella pequeña tienda confiando en salir adelante.
Por La Gomera comenzaban a llegar los primeros turistas, algo despistados se paraban siempre en Arure en busca de información y de algún buen lugar para comer. Conchita se lanza y transforma aquella pequeña venta en la entrada del pueblo en un bar. El aroma de los calderos de potaje de berros se convirtió en una atracción para todos los visitantes. Las guaguas comenzaron a hacer su parada en esta casa de comidas. No sólo recibían un excelente menú sino también el buen trato de esta mujer afable, “fíjate, la gente se quedaba tan contenta, que he recibido muchas cartas desde el extranjero, dándome las gracias. Ponían para Conchita de Arure, y el cartero me las traía a casa”.
Premio Canarias
En el 2008 recibió la medalla de oro de la Comunidad Autónoma en reconocimiento a su buen hacer y su amabilidad. Su establecimiento llegó a convertirse en una referencia culinaria en la isla de La Gomera y, por extensión, en toda Canarias.
Desde que en 1970 abrió el restaurante Conchita, esta mujer no paró de preparar ricas y variadas recetas de la comida tradicional canaria y en la que no faltó el almogrote, la torta de cuajada con miel de palma, o sus torrijas de queso fresco.
Una de las peculiaridades del bar de Conchita es que al pedir el potaje de berros no te ponía un plato, en la mesa de los comensales colocaban un buen caldero humeante, junto a un tazón repleto de gofio. Esto permitía que el cliente pudiera servirse varias veces, y así salía del local reconfortado. Sobre todo en invierno, cuando las brumas aparecen por lo alto de las montañas y apetece algo caliente, degustar este rico potaje resultaba un manjar de dioses. Lograba atajar el frío de raíz.
Conchita recuerda el acto de entrega de la medalla de oro con orgullo, y mucha alegría, “fue muy bonito, nos la entregaron en Las Palmas de Gran Canaria, en el teatro Alfredo Kraus, y creo que la gente me mostró un cariño sincero, eso fue la impresión que yo tuve”.
Hace unos años que ya se ha jubilado, aunque el restaurante Conchita sigue abierto, pero en otras manos. Ella sigue ahí, en su casa de siempre, de toda la vida. Con más tiempo para dedicar a sus hijos y a su madre Margarita, “que ya tiene 88 años, y ahora está muy bien. Sobre todo estoy feliz porque tiene muy bien su cabeza”.
Apasionada de su pueblo, no se cansa de colaborar con los vecinos en las fiestas y de obsequiar de vez cuando con sus ricas torrijas, “hay amigas que me dicen, pero qué le pones, que no me quedan tan ricas como a ti”.
La magia de la cocina, que permite a unos, con los mismos ingredientes, hacer delicias y otros deben conformase con unos simples bocados que no pasarán a la historia.
En esta serie sobre la cocina tradicional de Canarias se pretendía que Conchita desvelara los secretos de su potaje de berros, pero ella explicó que para hacer bien esta receta, como ella la hace, se debe contar con un ingrediente básico: unos buenos berros frescos, “si son de los barrancos de La Gomera mejor”. Además, dijo que prefería ofrecer una receta mucho más familiar y fácil de hacer: sus torrijas de queso, “creo que así, sólo he visto que las haga mi abuela, y están tan buenas, que la gente que las haga ya me verá que ha valido la pena”.
Ante el argumento de Conchita, la de Arure, habrá que tratar de hacer este magnífico postre, que nació de la buena mano de la abuela Isabel, una desconocida estrella de la cocina de La Gomera.
Torrijas con queso fresco
Ingredientes
10 huevos
1 litro de leche
2 limones
1 kilo de queso fresco
½ Harina
Levadura
Granos de matalahúva
Aceite
Azúcar
Miel de Palma
Preparación
Se baten los huevos, se le añade la leche, la ralladura de los dos limones, los granos de matalahúva, el queso blanco y se le va echando la harina hasta que quede una masa sin grumos, por último se le pone la levadura, con un sobre será suficiente. En el fuego se pone la sartén con abundante aceite, y cuando este caliente se va echando cucharadas de la masa, formando las torrijas o tortitas. Una vez fritas se les espolvorea azúcar y para comerlas se acompaña con miel de palma. Conchita aconseja que no se le ponga azúcar a la masa, entiende que con la que se pone por encima y la miel es suficiente.
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