Semana Santa y cocina.

31 marzo, 2013 at 8:32

Mi reflexión de hoy. Queridos amigos y amigas. Cocinar me produce un placer indescriptible. Realmente no lo hago mucho, pero cuando me » pongo» me olvido de todo y de mi…..como dice la canción.
Ayer fue un día de esos, de los que me apeteció cocinar para hoy y para unos amigos especiales. Desde que me levanté en la mañana idee lo que tendría que cocinar, me di la caminata habitual y me puse a buscar los ingredientes.
Me fui al mercado que ponen todos los sábados en la plaza del Centro Comercial de Punta Larga en Candelaria, donde se pueden comprar productos agrícolas de la zona y ahí compre pimientos, tomates, cebollas, cebollines, habas, unas judías recién cosechadas, lechugas y un largo etcétera de productos todos frescos.
Ya en la tarde me puse manos a la obra. Lo primero que hice fue un sofrito cargadito de pimentón para hacer un cherne a la bilbaína ( realmente es un cherne en salsa) pero queda más elegante decir » a la bilbaína». Justo de sal y un poquito picante. Me encanta.
Después me metí con las judías tipo asturiana que esas si me dieron más lata porque como no las había puesto en remojo tuve primero que » desempolvar» la olla express para que se ablandaran. Busqué una receta para hacerlas con » bacalao» y también superé la prueba.
Fui a la despensa y me » inventé» unas torrijas echas con pan de sándwich. Aquí me ayudo mi hermana a través del washap que me advirtió que como era pan muy blando no podía » remojarlas» mucho en leche porque se me deshacían. Las hice subida de canela y, como les dije anteriormente que eran un invento, les puse manzanas guisadas y un toque de ron dominicano que también conseguí en una de los armarios de la despensa. La verdad, el combinado de la canela, con la manzana y el ron puestos en la tradicional » torrija» quedaron bastante bien. Las serviré con helado de vainilla.
Todo eso fue ayer. Porque hoy iré a ver jugar al Club Deportivo Tenerife, después pasaré a comprar lo que me falta ( en Candelaria abren los domingos) en el Centro Comercial, y llegaré a mi casa, pondré todo a calentar, servir y listo.
El jueves también estuvo comiendo un amigo en casa que estaba llegando de Estambul donde ha cristalizado unos cuantos negocios. Me alegro siempre cuando veo que un proyecto se materializa. Siempre es una buena alegría.
En la tarde conversaremos de lo humano y de lo divino. Como ellos también están llegando de viaje me contarán como les fue, a que sitios fueron, detalles de las ciudades visitadas y por supuesto, el costo de la vida. Yo soy muy hablador pero también muy buen entrevistador ( jeje). Además, no hay nada que más le guste a los » recién viajados» que contar todas sus aventuras a veces un tanto exageradas. ( siempre he pensado que cuando cuentan las aventuras de los viajes exageran un poco para hacer ver que la relación calidad/precio fue adecuada. Lo hacen sin malicia por supuesto. Es algo natural).
Pues se fue la Semana Santa amigos y amigas. A mi me invitaron algunos amigos para irme » al sur» pero mi cuerpo y mi mente ya no están para compartir un apartamento entre ocho o diez. ( es que uno ya tiene sus años) ji ji ji. Yo ya eso de irme a pasarlo peor que en mi casa me lo pienso cien veces para después decir un simpático » no». Yo preferí quedarme en mi casa cocinando para algunos amigos.
Y este lunes se seguirá hablando de Chipre, de Corea del Norte, de las elecciones en Venezuela, de que van a poner el washap de pago, de si ascendemos de categoría.
Yo les aseguro que seguiré ilusionado intentando dar lo mejor de mi para poder aportar lo que esté en mi mano y más para tener cada día una sociedad mejor.
La Semana Santa tuvo ese poder » anestésico » donde, por unos días, nos olvidamos de la situación actual. Mañana ya es lunes.
Pero por ahora: feliz domingo a todos y todas.

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La Laguna, » una ciudad para quererla»

30 marzo, 2013 at 8:48

Mi reflexión de hoy. Ayer en la tarde fui gustosamente a la Procesión Magna de la Ciudad de La Laguna. A mi esta procesión me trae muchos recuerdos porque no se sí en alguna de mis reflexiones he contado que estudié unos años en el Seminario de La Laguna y por eso, la procesión me hizo viajar a mis años de, casi infancia, donde solíamos acudir a esa procesión, bien como público o en rigurosas filas con gran devoción donde acudíamos todos los seminaristas.
La Laguna siempre me atrae. Tengo un magnetismo especial con esa ciudad ya que, aparte de haber estudiado cuando niño, es un municipio donde tengo muchísimos amigos y grandes recuerdos.
Recuerdo cuando estudiaba en el seminario que siempre me las arreglaba para » lagunear» como dice ahora el lema tan acertado de esta ciudad. Se me iban muchas tardes » laguneando». Me escapaba, mejor dicho, me fugaba, por unas horas y me perdía por la ciudad de Los Adelantados. Me perdía.
Recuerdo que por la plaza del Cristo, en una de las calles, había una dulcería antigua, ( ya no existe) y la señora siempre me regalaba dulces porque » era seminarista». Muchas tardes salíamos a pasear por San Benito, por San Diego, por todas las calles y plazas.
A veces íbamos al convento de clausura de Santa Catalina de Siena, donde está Sor María de Jesús ( la monja santa e incorrupta) y allí tenía una amiga que pertenecía a ls congregación y hablábamos por un torno. Siempre también nos regalaban galletas y alguno manjares. Sor Teresa Tompson. Mi amiga se fue después a Carisbrooke, en la Isle of Wight y nos escribimos siempre.
Todos los domingos íbamos a la misa en la catedral de La Laguna, ( que ganas tengo de que vuelvan a abrir la catedral al culto). Allí todos los domingos estaba una señora que pedía limosna y siempre escuché una » leyenda urbana» que decía que la señora no necesitaba pedir y que cuando murió tenía en su casa millones de pesetas que había recogido con la limosna.
La Laguna está preciosa. Recuerdo las enormes quejas cuando empezaron a peatonalizarla, ¿ se acuerdan ? Y hoy nadie se puede imaginar esa ciudad sin las calles peatonales tan maravillosas y con esos comercios tan innovadores.
Durante la procesión me fijé la cantidad de comercios nuevos que han abierto, con un cuidado exquisito y agradables a la vista. Vi una freiduría nueva, heladerías, un restaurante de comida japonesa, varias tiendas de ropa recién inauguradas, un establecimiento de comidas para llevar y que anunciaban torrijas de Semana Santa. Me fijé en los escaparates. Algunos realmente excepcionales. Me fijé en las calles, en las fachadas. Me fijé en todo.
La Laguna se me da un aire a Antigua en Guatemala, pero también se me parece a La Habana vieja, o a la capital de las Azores, o a la parte vieja de Funchal, o al centro antiguo de Sao Paulo. la Laguna se me da un aire a Cartagena de Indias, o también a la parte antigua de Ciudad de México o a San Juan de Puerto Rico.Es que La Laguna fue fuente de inspiración en la época del descubrimiento de América. Lo que pasa es que en América » amurallaban » las ciudades y en La Laguna no. Aguere siempre fue una ciudad de » paz».
Por eso es que la leyenda o la publicidad de » Laguneando» es cierta. La Laguna es una ciudad para disfrutarla poco a poco. Su mercado, su vida universitaria, su devoción religiosa, sus pueblos aledaños cada uno con su sabor.
La laguna tiene sabor a cabello de angel, a dulce lagunero con una copita de Mistela, pero también tiene ese sabor de » puchero» en invierno con verduras de su Vega. La laguna huele a incienso, a pólvora de fuegos artificiales, huele a rosa en primavera, huele a familia, a tranquilidad. La Laguna es sinónimo de paseo, de calidad, de innovación de amabilidad.
Por eso es que esa ciudad produce ese gran magnetismo a todo el que la visita y a los que son Laguneros, les brillan los ojos cuando hablan de su ciudad.
Que bonita es La Laguna. Una ciudad » para quererla».

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La «edad de oro»

27 marzo, 2013 at 7:12

Mi reflexión de hoy. Mis queridos amigos y amigas, ¿ que es para ustedes la » edad de oro»?. Hace días me puse a reflexionar sobre que época de nuestras vidas podría ser la edad de oro, la cima, lo máximo.
Y creo que todos los días vivimos en una auténtica » edad de oro». Cada época que nos ha tocado vivir, realmente han tenido momentos dorados que, quizá, no hemos sabido valorar totalmente.
Tengo una amiga que es optimista por naturaleza de la que aprendo muchísimo, y ese concepto de » la edad de oro» lo he acuñado de ella. Mi amiga que es divorciada me dice que durante su matrimonio vivió auténticos momentos maravillosos y que es con los que se queda. Esa fue una época dorada que podemos denominar » edad de oro» me dice.
Mi amiga sigue diciendo que ver crecer a su hija todos estos años para ella ha sido algo irrepetible. Que tuvo momentos inmensamente felices y que aún, su hija, aunque ahora vive fuera de España le proporciona momentos increíbles. Pues yo creo que mi amiga vive en una fabulosa » edad de oro».
Mi amiga me habla de su madre y que ya está mayor pero que todavía tiene » sus cabos libres» y que cada vez que llega a su casa la recibe con una sonrisa. Eso es una inmensa y divina » edad de oro».
Yo pienso que cada época, cada momento, cada vivencia tiene ese componente dorado y de no ser así, tenemos que buscarlo.
Quizá, » la edad de oro» no tiene porque ser cuando ya hemos pasado de los cincuenta. Creo que ya con esta edad, nos revestimos de una mayor experiencia y podemos ver la vida de otra manera. Pero si miramos hacia atrás, si retrocedemos en el tiempo, podemos ver que cuando teníamos, 15, 20, 30 o 40 años tuvimos momentos increíbles de glorias, de logros, de metas, de sueños cumplidos y brillo personal que es lo que realmente importa.
Tiempos pasados que cuando pensamos en ellos nos evocan nostalgia, felicidad, alegrías, sonrisas. Tiempos pasados donde nos comíamos el mundo y todo lo que nos pusieran por delante, tiempos pasados donde todos los días nos levantábamos con un proyecto y un sueño distinto. Esa época fue de oro.
Tiempos presentes, donde vemos que muchos de nuestros proyectos vitales se han realizado, donde vemos cada día crecer nuestro proyecto de vida, donde aún tenemos la capacidad de ilusionarnos con nuevos proyectos, con nuevas ideas, con nuevas metas, con nuevos sueños. Esta época presente también es una época de oro.
Tiempos futuros, quizá con la incertidumbre de lo que nos espera porque el mundo está avanzando muy rápido, el tiempo está pasando muy deprisa, pero nos levantamos todas las mañanas con la ilusión de colaborar y poner nuestro grano de arena porque nos sentimos muy útiles a la sociedad. Trabajamos todos los días para conseguir metas futuras. Creo que miramos al futuro pero sin desprendernos de nuestro pasado, ya que, en definitiva, el futuro que viene nos trae desde nuestro pasado.
Por ejemplo: ¿ podemos pensar en el futuro sin que en esos planes esté nuestra gente más querida? Nunca. Y esa gente querida viene del pasado y vive nuestro presente. Es por ello que toda nuestra vida es una auténtica » edad de oro».
Pues tenemos que vivirla. Tenemos que ver en todos esos pequeños momentos el componente dorado y maravilloso que tiene. Tenemos que seguir soñando, seguir planificando, seguir ilusionándonos, seguir caminando, seguir avanzando porque, pudiera ser que nuestra auténtica edad de oro esté todavía por llegar.
Claro que si¡¡¡ quien nos puede decir que no va a ser así? Pensemos un momento para que vean que no estoy tan descabellado. ¿ cuantos proyectos de vida personal tienes en mente?……. Pues yo estoy seguro de que muchos de ellos se van a realizar y entonces, nuestra auténtica » edad de oro» está todavía por llegar.
Preparémonos para esos momentos de felicidad que la vida aún nos tiene reservados. Pero tengamos también la precaución de estar muy atentos, no sea cosa que estén pasando y que no nos estemos dando cuenta.
Vivamos nuestra auténtica » edad de oro», la vivida, la que vivimos y la que nos falta por vivir.
Feliz miércoles y Feliz Semana Santa a todos mis » dorados» amigos y amigas.

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Cuando un amigo se va.

26 marzo, 2013 at 7:35

Mi reflexión de hoy. Cuando un amigo se va, cuando abandona este planeta para elevarse al infinito nos deja una gran tristeza, desasosiego, intranquilidad, angustia. Es normal de que sintamos esas sensaciones de quedarnos como mirando hacia la nada, como sin palabras, como si nos faltara el aliento. Pero nos deja muchísimo más. Infinitamente más.
Cuando un amigo se va vienen los recuerdos, las vivencias, las nostalgias, viene a la mente todo lo vivido. De repente te sientas y es como si visionarias una película porque empiezas a recordar los grandes momentos vividos que casi no tienen fin.
Cuando un amigo se va te preguntas si realmente hiciste todo lo que tenías que hacer por él. Si estuviste en sus peores momentos todo el tiempo que debiste haber estado, si hiciste la llamada acertada en el momento exacto. Nunca hacemos lo suficiente por un amigo. Pero siempre existe la comprensión de quien te profesó una verdadera amistad.
Cuando un amigo se va quedan las enseñanzas que quizá, antes de irse no éramos capaces de ver, queda ese aprendizaje que has tenido en su presencia y que ahora lo multiplicas en su ausencia.
Cuando un amigo se va queda la fe. La fe de que sabes o intuyes que va a estar, hasta que te toque emprender a ti el viaje hacia el infinito muy cerca de ti. Que va a estar en tus buenos y malos momentos. Queda la fe de que, aunque no lo veamos, está. Está en otra dimensión pero se sigue riendo contigo, se sigue ilusionando con tus proyectos y te sigue dando ánimos para seguir adelante. Queda la fe y yo la tengo.
Cuando un amigo se va se adelanta a prepararte el camino de la infinidad. Se va porque el camino es largo y no quiere que cuando te toque viajar a ti tengas ningún imprevisto.
Cuando un amigo se va quedan sus recuerdos vivos. Quedan las experiencias vividas que nadie te las podrá arrebatar, queda la sonrisa franca y sincera que, si cierras los ojos y piensas, la veras en todo su esplendor.
Cuando un amigo se va queda el agradecimiento. El agradecimiento de haberte impulsado, de haberte cuidado, de haberte protegido, de haberte entregado lo más preciado que podemos tener en la vida: la amistad.
Cuando un amigo se va queda el silencio para poder escuchar mejor, queda La Paz para poder navegar mejor en las turbulencias, queda el afecto que es un sentimiento imborrable y recordado.
Cuando un amigo se va queda la nostalgia, la pureza, quedan los recuerdos, queda el apego, queda la bondad, queda el desprendimiento, queda la lealtad a la amistad que siempre te enseñó y practicó.
Cuando un amigo se va siguen los sentidos diálogos de él, pero sin él, pero como si estuviera él.
Cuando un amigo se va te queda la enorme satisfacción de que el destino te lo cruzó un día en tu camino y te enseñó a caminar, a avanzar a fortalecerte, a creer en ti, a entregar.
Cuando un amigo se va vuela hacia una estrella.
Cuando un amigo se va queda en tu corazón la esperanza de que lo volverás a ver cuando el destino nuevamente tenga a bien actuar y unirnos.
Cuando un amigo se va queda una tristeza en el alma pero también queda el agradecimiento de las vivencias.
Cuando un amigo se va queda dar las infinitas gracias por haber existido, por habernos dejado ser protagonistas de su vida, y por habernos abierto su amistad de par en par.
Cuando un amigo se va, te llega al alma un sabor a tristeza.
Hasta siempre amigo.

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