» sonrisas»
Queridos amigos y amigas.
Definitivamente soy fans de todas aquellas personas que sonríen y que ven la vida con optimismo.
No hay mayor medicina para mí que una sonrisa amplia, sincera, espléndida,
Una sonrisa es el mejor regalo que se puede recibir. Hay sonrisas que vienen de lo más profundo, hay sonrisas que te hacen respirar intensamente, Hay sonrisas que son de complicidad, hay sonrisas que son contagiosas, hay sonrisas que hacen que se te regule la tensión arterial, hay sonrisas que te llevan a mundos imaginados por ti.
Ayer, me quedé observando a una joven en el tranvía y me encantó la imagen de la chica washapeando (supongo) y esbozando una sonrisa encantadora. Inmediatamente imaginé las palabras dulces que llegarían a través de los mensajes de texto y que hacia que, la joven, absorta del mundo que la rodeaba sonriera de manera expendida. Es que hacer que otras personas sonrían es un » auténtico arte».
Después en la recova vieja de Santa Cruz ya en la tarde recibí muchas sonrisas, quizá me quede con algunas. Pero la de mi Fabio se lleva la palma. Sonrisa espléndida y arrolladora. Pero fueron cientos las que me regalaron y regalé. Sacándonos una foto, hubo que repetirla porque Ayoze el amigo de Fabio, cada vez que sonríe cierra los ojos. Le dije, bueno, repetimos la foto, tu abre los ojos pero no dejes de sonreír.
Seguí viendo amigos y amigas en ese espacio con intensidad del carnaval de todas las islas donde todos sonreían. Yo observaba como las sonrisas brotaban de labios dispuestos a sonreír continuamente y eso, me hacia sonreír.
Yo tengo que sonreír. Creo que nací para sonreír. Quizá muchos confundan la sonrisa con falta de seriedad y rigor, pero yo, desearía que el día de mi final me consiguiera con la mejor de mi sonrisa como única joya. Hay una canción del gran Joaquín Sabina que dice » que el fin del mundo me encuentre bailando «. Pues a mi, si fuera posible » sonriendo».
So yo pudiera, pondría señales en las carreteras y autopistas indicando » la obligatoriedad » de sonreír. Es la la sonrisa » alarga la vida».
También hay gente que le cuesta sonreír. Yo creo que debemos practicar la sonrisa. Todas las mañanas cuando me levantó aún con los ojos pegados y me miro al espejo, lo primero que hago es auto/sonreír y comprobar que mi sonrisa sigue ahí, intacta para regalarla, para obsequiarla, para compartirla.
Y es que entre las sonrisas y las caras agrias me quedo con las sonrisas. Si sonreímos, la comisura de los labios la tendremos siempre firme, como los adictos al gimnasio que tienen que ejercitarse para mantener tersos los músculos del cuerpo.
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