Síndrome de Diógenes

22 noviembre, 2012 at 10:34

Souvenir (El blog de Efraín Medina Hernández ). ReflexionesYo creo que todos, en el fondo tenemos un poco el «síndrome de Diógenes», o si no me lo creen, empiecen a revisar vuestra casa para que analicemos la enorme cantidad de artículos y objetos que, una vez llegaron a casa para quedarse y que a veces ni sabemos como entraron a nuestra vivienda.

Lo digo porque yo tengo cientos de objetos que jamás usaré, o que he usado pero que ya quedan inservibles porque han pasado a mejor vida.

Voy a enumerar algunos. Cremas en el baño que siguen ahí y que las tiro mañana mismo, unas bolas para dar masajes (no sean mal pensados que es para la espalda y cervicales), dos albornoz ( no se como se escribe en plural) que nunca uso, jarras de whisky jhony de propaganda , unas muñecas horrorosas de porcelana pero que en su tiempo me parecieron una maravilla, un jarrón de Toledo donde nunca jamás he puesto una flor, especias exóticas que ya dejaron de serlo, cien libros que jamás me leeré, souvenirs horrorosos de no se cuantos lugares, unos comprados por mi y otros que han sido regalos, jaboneras que nunca han olido un jabón, un costurero de madera que encima está una virgen de Candelaria por lo que el costurero jamás se abre, cortinas compradas en Ikea y que no se cómo se ponen, escuches de gafas sin gafas, un enorme cuadro de una pintora sin firma, inciensos para dar y regalar, cestas de Ikea llenas de cosas que hace años que no miro, dos jaulas vacías, los juegos reunidos, cajas de móviles con enchufes inservibles, un bolso de viaje sin cremallera. En fin, no voy a seguir enumerando.

Ya si bajo al cuarto trastero se podrían morir. Hay de todo. Cintas de VHS, de betacam, ropa que dejé de usar ( ahora se llamaría vintage) herramientas de todo tipo cuando no se ni poner un bombillo, ( porque me habrán regalado a mi una caja de herramientas en unos reyes?,disfraces, lienzos de cuando una vez me dio por pintar y torturé a propios y extraños con mis cuadros, libros de recetas de cocinas, una olla express, y un largo etcétera de objetos, artículos afines y similares que no usamos pero que están ahí.

Y es que nos cuesta, ( al menos a mi) de desprenderme de nada. Pienso eso de: «bueno ahí no molestan, o los podré necesitar algún día».

Y ahí están y ahí permanecen como sí a veces cobrasen vida.

Pero también, casualmente, como me falte algo, me doy cuenta de forma instintiva o sea inmediatamente. Así que Tato, devuélveme la serie que te presté hace cuatro meses. En caso de que no lo hagas te mando un burofax.

Un abrazo a todos/as

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