Observador en los viajes.

6 abril, 2013 at 7:24

Mi reflexión de hoy. Queridos amigos y amigas. He sido afortunado porque he tenido la oportunidad de viajar, de conocer países, culturas, gente diferente.
Cada vez que he viajado, siempre me encanta sentarme en una plaza un largo rato y ver caminar a las personas como si de un inmenso desfile se tratara. Les puedo asegurar que una vez en madrid iban dos personas delante de mi, y con verlas caminar sabía que eran de Tenerife. Apuré el paso y, efectivamente,los dos chicos en cuestión eran paisanos nuestros. No les puedo decir como puedo adivinarlo pero es así. Los tinerfeños tenemos una forma muy particular de caminar.
Hay países donde la gente camina desgarbada, en otros son altivos, en otros interesantes, en otros países caminan siendo muy observadores. Hay países donde la gente camina deprisa, en otros la gente camina a un paso más lento. Hay países donde la gente camina como al compás de un pentagrama.
Después también observo las caras. Yo creo que observando los rostros de las personas podemos tener un indicador perfecto de como está un país. Las caras y los rostros son el reflejo del alma y del corazón siempre. Después también observo las miradas. Hacia dónde mira la gente. Hay países donde la gente mira al infinito, otros donde miran a las esquinas, otros donde» se miran» otros donde » te observan» otros donde pasas absolutamente desapercibido aunque vayas desnudo por la calle porque jamás nadie es mira. Hay países donde te miran con curiosidad, otros con recelo y otros con franqueza.
Países donde los ojos de las personas transmiten seguridad. Otros donde te proyectan desconfianza y otros donde sencillamente » ni miras ni te miran».
Es que aunque vivimos en el mismo planeta somos totalmente diferentes, iguales pero distintos. Creo que observar en las ciudades para mi es uno de los mayores placeres.
También observo como visten. Eso me da siempre un indicador de como es la sociedad. En algunos lugares son demasiado grises vistiendo. En otros atrevidos, en otros son alegres. Una vez vi en un país a un caballero vestido impoluto con un traje oscuro, corbata azul, chaleco y encima un espectacular abrigo color » rosa intenso». Era un día triste, oscuro, lluvioso. Y cuando observé a aquel caballero con el abrigo rosa fue como una aparición indescriptible.
Me meto en los supermercados. Hace años, mi compañera Cristina Valido y yo fuimos de viaje y ella no salía de su asombro porque cada vez que veía un » supermercado» entraba. Ella entre risas me dijo que » bien me gustaba una venta» y le expliqué que me producía una sensación maravillosa ver todos los productos que vendían. Miro la chacina, los enlatados, si hay productos de España, cuanto cuestan, que compra la gente. Después de visitar el súper nos montamos en una guagua y, gracias a mi visita a » la venta» pudimos mitigar la fatiga con todas esas rarezas que conseguí en el supermercado.
Lo único que nunca hago es salir de noche. Siempre le he tenido cierto respeto a las noches en países que no conozco. Me encanta salir muy temprano y regresar al hotel ya con la tarde caída y quedarme leyendo. Es cierto que una ciudad o un país no lo conoces si no conoces su noche, pero es una asignatura que siempre me queda pendiente en los viajes.
Me monto en guaguas sin saber a donde van. Pero siempre pienso que la guagua que va también viene. Nunca me he perdido. Una vez en la Habana me monté en un transporte público que los habaneros llaman coloquialmente » camellos» porque son dos enormes guaguas unidas y transportadas por una especies de remolque . Era tanta la gente que se montó en aquel artilugio que fue imposible bajar en la parada de » vedado» al final opté por ir hasta el final de la ruta y regresar. Fue una experiencia inolvidable.
Por eso queridos amigos, cuando viajemos tenemos que ir con los cinco sentidos preparados y esperar a que las ciudades se metan por nuestros ojos, que las podamos oler, tocar, saborear, escuchar. Es lo bueno de viajar porque se te quedara siempre en la retina y en el recuerdo.
Feliz sábado desde cualquier país donde me estén leyendo en este momento. Aquí, en este país, en esta isla, en nuestra ciudad estamos intentando ser cada día más felices, mantener en paso firme y la mirada franca. Un abrazo a todos y todas.
La foto que ilustra mi reflexión de hoy es el típico transporte de la Habana denominado » camello» que anteriormente les hablé.

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