Mi particular crónica de los Premios » Cadena Dial » 

6 marzo, 2015 at 11:12

Queridos Amigos y Amigas.

El jueves pude asistir a los Premios Cadena Dial y, por supuesto, sin lugar a dudas, el talento musical de este país está garantizado con tantos cantantes que, con esfuerzo, lucha, creatividad, proyectos y muchísimo trabajo llegan a un público ansioso de “endorfinas musicales” que nos alegren la vida y nos den felicidad.

Yo reconozco que me encanta la música pero que tengo en mi casa algunos CD sin quitarles el plástico. A veces vamos tan rápido que ni siquiera hemos podido abrir los compactos cargados de música que nos regalaron en los reyes magos de hace tres años. Se van quedando en la casa y de repente llegan a una vitrina esperando  poder ser útiles.

También reconozco que cuando tenemos cierta edad, nos volvemos un tanto repetitivos y nos da por recordar aquellas canciones que, en una época de nuestras vidas, nos marcaron. Y ahora con el “Spotify” puedes llevarte toda la música del mundo a donde tú quieras. Boleros, letras que rasgan el alma, poesía pura.

Yo recuerdo los discos de vinilo, tanto de 33 revoluciones como los de 45 revoluciones. Recuerdo los” Long Play” donde venían, en aquel  “plato negro”, tantas canciones. A mí, cuando niño, me parecía mágico que de ese aparato y colocando ese vinilo negro pudiesen salir tantas melodías.

Una vez, allá por el año 1968 en la Gomera, la marca de refrescos de naranja  “Miranda” sacó una promoción que tenias que sacar un plástico de la tapa y completar un álbum y, de esa manera, poder ganarte un disco. Yo creo que en mi vida tomé tanta “miranda”. Pero había un problema, “ nunca salía el número seis” que pertenecía a la cantante italiana Patty Bravo con la canción “ La Bámbola” , y claro, como el bendito “ seis “ no salía, no podías llevarte el disco. Hasta que creo que nos aburrimos y muchos de mis amigos desistimos. Una vez dijeron que el número seis estaba en el bar de Zoila y Salvador en la Playa del pueblo de Vallehermoso y yo me fui sin decirle nada a nadie, pero cuando llegué, ya mis amigos se habían bebido todas las “mirindas” y Patty Bravo no apareció.

El primer Tocadiscos o Pick-Up como le decían allá nos lo compró mi padre en Venezuela. Ya yo trabajaba. Pero cuando tenía el día libre, podía estar horas sentado en el suelo y colocando aquellos discos de donde salía la música. Yo creo que solo me bastaba oír una canción apenas dos veces para aprendérmela. La música me hacía sentir “un poco” en España. A mi padre le encantaban los discos de “los Churumbeles de España y Manolo Escobar. Tanto es así, tan mágica es la música que, me padre ya afectado con el mal de Alzheimer, le poníamos música de Manolo Escobar y nos miraba con un brillo especial en la mirada y le salía una sonrisa.

Ahora tardo más en aprenderme las canciones. Anoche me encantó la que interpretó Merche y Alejandro Sanz que prometo aprendérmelas. La de Merche ya me la habían mandado en un archivo de audio un especial amigo mío.

Y siempre he cantado. En Venezuela, en una orquesta en Candelaria de grandes recuerdos para mi, en comparsas, en Karaokes, en la ducha, frente al espejo. Cantar, cantar y cantar. Cada vez canto menos pero ahora, aunque no cante tanto, pienso en las letras de las canciones y me encanta la poesía que encierran sus letras.

Que no nos falte nunca la música amigos y amigas. Música siempre, música toda la vida, música en el coche, música cuando estés preparando la pechuga de pollo a la plancha, música para alegrar nuestros espíritus o para no pasar solos un desamor ( porque me abandonaste quitándome la vida” dice Paloma San Basilio). Música siempre, aunque no aparezca Patty Bravo, que en definitiva, creo que se burlaba de nosotros y nos convertía en sus “Bámbolas”. Música para amansar las fieras, música siempre.

El 20 de mayo, no oiré música porque me sumaré al día sin música como protesta al incremento del IVA en la música. Nadie podrá matar la música.

Y si oyendo esa música, la persona que nos quiere nos abraza y baila”corazón con corazón en un sólo salón dos bailarines «, y es tocar el cielo