Mi madre y la huelga del ocho de marzo

6 marzo, 2018 at 12:09

Anoche, cuando estaba viendo el Telediario en casa de mi hermana, con mi sobrina, mis dos sobrinas nietas y mi madre, comenzaban las noticias con la huelga que acontecerá el próximo 8 de marzo para exigir el cumplimiento de la Constitución, donde todos y todas tenemos los mismos derechos y deberes.

Mi madre preguntó que “a qué se debía la huelga” e inmediatamente recordé que en el gran matriarcado que nos tocó vivir, por ejemplo, mi madre nunca se pudo sacar el carné de conducir porque, en aquella época, simplemente estaba “muy mal visto” que una mujer pudiese conducir un vehículo porque esa práctica estaba reservada a los hombres. Incluso, hacer las prácticas para obtener ese título era algo “casi inmoral” porque una señora no podía subirse a un coche con – un desconocido.

Se lo recordé a mi madre y, con una sabiduría maternal, comentó que los tiempos habían cambiado tanto que, por ejemplo, hoy mujeres de mi familia ejercían cargos directivos.

Leí un artículo de Cristina Valido que afianzó lo que puedo pensar y sentir con respecto a la necesidad de cambiar y normalizar el mundo.

Todo ha cambiado muchísimo y todavía falta cambiar muchísimo más. Pero para que se hayan producido estos cambios, muchas mujeres han tenido que asumir papeles absolutamente inconcebibles en estos días y, aún muchas, demasiadas mujeres y por otros motivos, sufren una discriminación atroz.

Por supuesto que si ellas paran se para el mundo. Lo veo todos los días en mi casa. También veo sonrisas de mis sobrinas nietas de seis meses y dos años que parecen estar agradeciendo en todo momento el amor de su abuela y de su bisabuela.

Por supuesto que sí ellas paran se para el mundo. Ellas son mágicas, únicas, sacrificadas, desprendidas, entregadas, desvividas, especiales.

Si ellas se detienen, si ellas paran, si ellas relentizan, este mundo se detendría. Es que, con solo bajar el ritmo, el mundo se paraliza.

Este planeta tiene tres movimientos: el de rotación, el de traslación y el del amor. El movimiento del amor lo conducen ellas, lo guían ellas y lo transportan ellas. Nosotros siempre hemos estado subidos en ese movimiento pero estoy seguro de que llegaremos mucho más lejos si conducimos el “ movimiento del amor “ entre nosotros y nosotras.

Yo me reafirmo en el artículo de opinión de mi compañera Cristina Valido que fue absolutamente magistral y descriptivo.

Mi madre, sin poder sacar el carné de conducir, sigue conduciendo el movimiento del amor de este planeta junto a millones de mujeres que, a pesar de todo, no dejan de empujar.

Si ellas paran, el planeta se detiene.