Llevarme al mar, llevadme al mar.
Mi reflexión de hoy. Ayer, en una emisora de radio, entrevistaban a una señora de 85 años, de Zamora, donde decía que » antes de morirse» le gustaría ver el mar.
Les puedo asegurar que me entró un » terrible agobio» y me pregunté como se podía estar ochenta y cinco años sin » ver el mar».
También pensé que somos inmensamente afortunados, como inmenso es el mar, de haber nacido en este archipiélago Atlántico, rodeado de ese mágico océano que nos acaricia cuando nos trae las brisas del Alisio y se convierten en brumas que después esparcen el rocío y se transforma en agua. Somos afortunados de poder ver el mar desde todos los puntos de nuestras islas.
En algunos lugares, el mar pasa a ser femenino, y le dicen » la mar» yo creo que es un inmenso cuerpo mágico que no tiene sexo pero que produce la vida en este planeta. Es que sin el mar no podría existir la vida.
El mar y la luna siempre han estado enamorados, y creo que, como todas las parejas, también sufren alguna crisis de amor. Por eso es que cuando la luna se enfada el mar se entristece y baja su nivel, pero cuando vuelven a reconciliarse, el mar vibra como un toro desbocado queriendo atrapar a su amada. Cuando veo salir a la luna, en esas noches primaverales surgiendo del mar, reafirmo mis pensamientos.
El mar siempre ha sido motivo de inspiración poética. Un poeta brasileño decía: » el mar pasa cariñosamente la lengua en la arena, y ésta le entrega así su querer dejándose abrazar por su perfume de sal». Es una samba muy famosa que siempre cantan en el carnaval brasileño.
Federico García Lorca, el más grande de nuestros poetas, describía, en la casa de Bernarda Alba, un encierro angustioso de Bernarda con sus cinco hijas, las criadas y la abuela demente, donde precisamente la abuela gritaba: llevadme al mar, llevadme al mar¡!!!!!!! Haciéndonos sentir que, en medio de aquel agónico encierro, el mar era la libertad añorada. No solamente en Bernarda Alba Lorca nombra el mar, sino que lo tiene siempre presente como figura conductora de muchos de sus poemas.
Los mares siempre son diferentes, Caribe, pacífico, mar del norte, mar negro, mar muerto, mar de los sargazos, mar Mediterráneo, mar cantábrico, mar de las calmas. Pero todos los mares evocan siempre nostalgia y orgullo.
» vamos cantemos somos siete en el mismo mar»
Y es que yo, nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo.
O: yo deje mi corazón que sólo vive, en un mágico rincón de mi Caribe.
O la canción que cantan todos los venezolanos como un himno maravilloso: » y si un día tengo que naufragar y el tifón rompe mis velas, enterrad mi cuerpo cerca del mar, en Venezuela.
O aquella canción que decía: golondrina golondrina, tu que vas cruzando el mar, dale un abrazo a mis padres que allá en Argentina están.
O Una canción cubana muy melancólica:» y cuando nadie escuche mis canciones ya tristes, seguiré mi camino y en un puerto lejano allí moriré»
Se imaginan ochenta y cinco años sin ver el mar.? Sólo de pensarlo me agobio.
Por eso, debemos valorar lo que tenemos tan cerca y que nos hace afortunados. Ojalá pudiera hacer realidad el deseo de esta humilde señora y que, después de ochenta y cinco años, pudiera ver el mar por primera vez pero que fuera el nuestro, el de Canarias, el mar más maravilloso del mundo, el mar que nos vio un día partir, que vio un día como llegaba tanta gente de otros países buscando un futuro mejor, el mar que a veces, se vuelve traicionero.
El mar que nos une. El mar. Llevadme al mar, llevadme al mar!!!!!!!.