Las ventanas
Mi reflexión de hoy. Queridos amigos, amigas y confidentes. Me encanta mirar por las ventanas. Definitivamente me encanta. Yo de pequeño Solía asociar la cantidad de ventanas que tenía una casa con el status de la familia. En mi pueblo, las casas que tenían más ventanas eran la de la gente más pudiente y para mi, era un auténtico lujo y una necesidad que las casas tuvieran ventanas.
Ya, con el boom de la construcción llegaron los balcones con las balaustradas que son tan » nuestras» pero donde haya una ventana, que se quiten los balcones. Esas ventanas de madera portuguesas que llegaron a ciudades como La Laguna y muchos de nuestros cascos históricos son una auténtica maravilla, las ventanas tan típicas nuestras con ese mueble incorporado de madera, una especie de » tu y yo» donde se sentaban las personas mayores para » ver pasar la vida» y observar como transcurría el devenir de las personas que habitaban cerca.
También las ventanas de muchas de las casas Canarias han sido testigos de declaraciones amorosas, de miradas furtivas, de esperas, de esperas por cartas que venían del exterior, de esperanzas. Una ventana para mi es sinónimo de libertad, de total libertad.
Creo que ahora, con la prisa que llevamos, cada vez nos » asomamos» menos a las ventanas. Y hay que asomarse para ver que es lo que está pasando en nuestro alrededor. Ver si podemos colaborar, ver si podemos ayudar al que está más cerca y, desde luego, esa observación desde la ventana es fundamental.
También tenemos que tener siempre abiertas las ventanas nuestras. Las ventanas personales. Es muy importante que las tengamos siempre abiertas de par en par para estar en un continuo aprendizaje, en una continua disposición, en un continuo deseo de solidaridad.
Por eso yo » reivindico» que se abran las ventanas, que observemos, que nos enamoremos a través de ellas, que sigan siendo testigo de nuestras vidas.
Las ventanas forman parte de nosotros y nosotros de ellas.
Me encantan las casas de amplias ventanas, por donde entra la luz y cuando las abrimos recibimos el regalo de los vientos alisios que se cuelan en nuestras casas como bocanadas de aire fresco.
No nos olvidemos nunca de las ventanas. Están ahí.
Feliz tarde amigos y amigas.