La tragedia de ayer con pizzas quemadas incluidas.

14 junio, 2014 at 12:37

Queridos amigos y amigas. Ayer fue el día. Mi amigo el del » carro de Mercadona » me mandó insistentes mensajes durante toda la jornada para que no dejara de ir a su casa a ver a » la campeona» debutar en el mundial de Brasil. Me aclaró varias veces que no se me ocurriera llevar nada que allí había de todo. Eso lo comprobé dos días antes en el supermercado Mercadona de Las Caletillas cuando vi ese carro del que ya les hablé en mi pasado post.
Llegué como a las siete y cuarto. Antes pasé por casa y cogí una botella de cava que me habían regalado en diciembre y que yo jamás me la tomaría. No suelo celebrar ningún acontecimiento con cava. Esa manía que tengo de llevar siempre algo.
Cuando me abrió la puerta me recibió con su sonrisa tan especial. Yo levanté mi mano para entregarle el presente pero no me hizo mucho caso y me indicó que lo dejara en la cocina. Su novia estaba afanada vaciando todo lo comprado en platos plásticos. Ella y yo somos como cómplices de muchas cosas por lo que, fue en la cocina donde mejor me sentí. Siempre cuando te invitan a una casa hay un lugar donde mejor te sientes. En esta ocasión elegí la cocina que se une al salón de manera bastante diáfana.
En el salón, adaptado para la ocasión con banderas españolas y alguna que otra del Real Madrid y con los muebles rodados para aprovechar el espacio se acomodaron unas 16 personas. Trece del sexo masculino, la novia de mi amigo, otra amiga ocasional de alguno de los presentes y yo.
Mi amiga, la novia de mi amigo, colocó en dos mesas toda aquella comida. Eso si, en platos plásticos como les dije antes porque se negaba rotundamente a sacar las dos vajillas compradas en Ikea. Me dice: – déjate de rollos que después me dan las tantas fregando platos.
Comenzó el partido y se oían gritos como : venga vamos !!!!! O el característico Uffffff¡!!!!!! Cuando una jugada estaba a punto de llegar al fondo de la red. Los trece eran como hipnotizados. Mi amiga pendiente de las mesas con la comida ejerciendo un poco de anfitriona consorte aunque se que a algunos que allí estaban ella no los soporta. la amiga ocasional le tocaba el brazo a su compañero que, ni caso le hacía y yo miraba a la televisión pero quizá más pendiente del Twitter. Mi amiga y yo quedábamos como algo más elevados porque nos sentados en dos taburetes de la cocina. Eso nos hacia tener unas vistas privilegiadas del salón.
Cuando España marcó el gol de penalti, y después de asegurar los trece que era un penalti clarísimo hubo euforia, abrazos y el comentario optimista de mi amigo que dijo : – esto promete.
Durante el empate, a uno de los chicos se le cayó una lasca de salchichón al suelo con la respectiva mirada asesina de mi amiga que me miró también a mi y movió la cabeza a ambos lados.
Justo en el descanso empezó un bullicio increíble donde todos hacían de » entrenadores» pero condicionados por sus respectivos equipos de referencia. El » Santo» Casillas decía mi amigo que tuvo tiempo para preguntarme como lo estaba pasando. Yo entré con mi amiga a la cocina para ayudarle a colocar las pizzas congeladas en el horno a 250 grados. Horno, el que se avecinaba y que nadie sospechaba.
Comenzó la segunda parte y ya, una bolsa de basura de las grandes, estaba llena de platos plásticos, papel de envase de las cervezas y de los estuches de las pizzas etc.
Fue una auténtica tragedia. Yo miraba a aquellos trece jóvenes y no tan jóvenes que pusieron caras de amargura, de desesperación, de angustia, de incredulidad. Dejaron de comer, sudaban, se miraban asombrados. La chica que acompaño a uno de los jóvenes sintió ese rechazo involuntario cuando su «proyecto de novio» le apartó el brazo porque la ocasión no estaba para cariños ni arrumacos. Nosotros lo divisamos desde la altura del taburete.
Mira por donde, de repente miro a la mesa de al lado y veo una botella de vino marca » azpilicueta». Yo, para distender un poco el ambiente dije: – tendrá que ver el jugador Azpilicueta con esta marca de vinos? Y sonreí. Bueno, les puedo confesar que ni me miraron.
Mi amiga, también se quedo perpleja porque no daba crédito a lo que estaba viendo. Yo le dije, que esto termine ya porque nos meten diez. -que tortura, Efra. Quien aguanta a mi novio.Fue su respuesta.
Ya casi al final del partido, el primero que se dio cuenta fui yo, un extraño olor invadió la sala. De repente todo empezó a oler a pizza quemada. – Dios miooooooo», gritó mi amiga. Yo salí detrás de ella a la cocina por solidaridad y cuando abrió el horno, una espesa humareda salió del mismo. Vimos algunos de los trece en el quicio de la puerta de la cocina porque ya el árbitro italiano había pitado el final. Yo pensé que si el árbitro habría tenido que ver con el episodio de las pizzas quemadas.
Desfilaron los trece por la cocina y entre todos, se llegó a la conclusión de que habían quedado achicharradas y ya comenzaban a intentar irse.
Yo quise como dinamizar el ambiente que era tragicómico. 1/5, árbitro italiano, pizzas quemadas. Y les decía que ahora no podíamos hacer leña del árbol caído que tantos frutos nos había dado. De repente me salió una gran sección de coach y empecé a animarles como pude utilizando lo que aprendí en la pasada sección de couching con los boxeadores y al final concluimos que a Chile los barríamos del mapa…… Y se quedaron un rato más. Les aseguro que me sentí como una especie de predicador brasileño de esos que salen en la televisión animando a una masa de gente.
Ya como a las once y media cuando me marchaba, mi amigo me agradeció la visita y me dice: – Efra, llévate la botella de cava que a nosotros no nos gusta. Lo miré, le di un abrazo y le contesté : – ponla en la nevera que esa la abres en el partido de de España-Chile.
La foto que adorna este post es es uno de los televisores de la sala, que por supuesto, una vez terminado el partido cambiaron de canal automáticamente para no seguir escuchando la tragedia.
Feliz sábado .

20140614-133647-49007804.jpg