“ Juicios de Valor con Bogotá”

2 noviembre, 2019 at 12:22

Juicios de valor con Bogotá”

les puedo asegurar que no estaba dentro de mis prioridades en posibles viajes, no se me pasaba por mi cabeza. Ciertamente ya conocía algunas ciudades de ese país y solamente usaba el aeropuerto de “El Dorado” para hacer escala y regresar. Jamás estuvo en mis planes conocer la Ciudad de Bogotá, quizá porque me había hecho un juicio de valor anticipado. “Que daño hemos podido hacer con nuestros prejuicios fruto de nuestra imaginación en muchas situaciones de nuestra vida”.

Fue en el mes de Diciembre, hace unos años, cuando visité la ciudad invitado por Artesanías de Colombia para su feria anual donde se comercializan tantos maravillosos oficios artesanos. Cuando llegué al recinto, realmente se trataba de ocho Pabellones y más de mil artesanos siendo cada espacio casi del tamaño de nuestro Recinto Ferial. Aprendí tanto de tantas personas venidas de toda Colombia con muchos oficios de la época precolombina y que hoy se mantienen o se han transformado manteniendo sus elementos, que ahí empecé a lamentar mi “juicio de valor” tan desafortunado y equivocado con la Gran Bogotá.

Ana María Frías, la gerente de Artesanías de Colombia, nos explicó todo, desde la comercialización hasta el empoderamiento femenino o de las diversas etnias indígenas que han sido desplazadas por la guerrilla o el narcotráfico y que tanto daño a hecho a un país genuino y único en nuestro planeta y que la artesanía era y es su medio de vida para todas esas personas.

Ana María Frías es una auténtica experta en oficios artesanos y arte de todo el mundo además de gran conversadora. Nos explicó que el nombre de la capital era realmente Santafé de Bogotá y capital del Departamento de Cundinamarca. Cuando escuché el nombre de “Cundinamarca” me imaginé a una reina del carnaval de Santa Cruz de Tenerife con ese nombre….Cundinamarca….. homenajeando a la exuberante y diversa Colombia.

De repente me vi caminando por las mismas calles por donde paseó el Libertador Simón Bolívar llevando del brazo a Manuelita Sáenz. La Plaza que lleva su nombre donde se encuentra la gran Catedral de estilo neoclásico, o el Capitolio Nacional, el Palacio de la Justicia y el Ayuntamiento de la ciudad te traslada a siglos atrás y sientes que en cualquier momento se aparecen en la plaza, como la época de la conquista, las típicas mujeres tapadas y a los atractivos y altivos mantuanos venidos de Venezuela para luchar junto a Bolívar cortejándolas .

Un día domingo nos llevaron a la Catedral de Sal de Zipaquirá que es absolutamente impresionante y se debe superar la claustrofobia porque te adentras en un mundo que pareciese que el mismo Gabriel García Marques se hubiese inspirado ahí para que le brotase su surrealismo. Estatuas de sal, imágenes, santuarios y bendiciones escritas en paredes.

La comida en cualquier pequeño restaurante del Barrio de Usaquén puede ser tan deliciosa que no podrás olvidar su popurrí de sabores. Cuando llegas a Usaquén ya te huele a viandas apetitosas. El Ajiaco Santafereño que tuve que compartirlo por la cantidad, los ricos tamales de maíz parecidos a la hallaca venezolana, ( el continente americano fue alimentado con maíz) un sorprendente chocolate que lo acompañan con unos pastelitos de queso combinando lo Dulce y lo salado, las empanadas que ya se venden en todo el mundo porque los colombianos son migrantes y muy trabajadores, los dulces (el arroz con leche, el dulce de papayuela, o el arequipe, los dulces de coco que llaman cocada, y la tarta de tres leches que allí me aseguraron que era colombiana, son algunas de las delicias de la cocina bogotana.

Fue precisamente en pleno centro de Bogotá en el Barrio de la Candelaria donde disfrutamos mucho de la comida, del museo del Oro, del museo de Botero, o el de las esmeraldas.

En nuestro tiempo libre pudimos subir al cerro de Monserrate en plena cordillera de los Andes para poder admirar una ciudad que fue conquistada por los españoles pero que los mantuanos venezolanos que antes mencioné y un ejército de aguerridos llaneros llegaron hasta la misma Santafé pasando primero por Tunja y donde ganaron una de las más importantes batallas al ejercito realista español. Ahora, Netflix está ofreciendo una serie de la vida de Simón Bolívar y Manuelita que nos traslada a la Bogotá colonial y les recomiendo.

Quizá, otro “Juicio de Valor” que me había hecho de Bogotá es que sería una ciudad insegura y nada más lejos de la realidad. Absolutamente tranquila y evidentemente, como en las grandes urbes tenemos que tomar las precauciones normales. Bogotá es una ciudad para vivirla y comérsela. Es una ciudad para hablar mucho porque los bogotanos cuando hablan parece que cantan. Esta ciudad es una de las mas amables del mundo con mucha gente sonriendo al mismo tiempo. Una ciudad que ha sabido sobreponerse a muchas vicisitudes y aflorar la felicidad y la solidarida. Bogotá es única y conocerla es puro alimento para el alma.

Después, al año siguiente, la Feria Tricontinental de Artesanía de Tenerife fue dedicada a Colombia. Hoy se siguen estrechando lazos y vínculos indisolubles. Y es que la artesanía no tiene color político. La artesanía solo entiende de oficios antiquísimos y nos pide con ese idioma intangible que conservemos, valoremos y difundamos.