El día que murieron los gusanos de seda .

26 septiembre, 2015 at 8:25

  ME LO CONTARON EL ESTAMBUL ( 4) 
Érase una vez un señor muy poderoso que pensaba que el poder era eterno, era infinito, era vital.
Este señor poderoso tenía un gran emporio en el sector textil en la ciudad Turca de Bursa, y se le conocía en toda Turquia y en el Oriente Medio como » el Rey de la seda». Esto sucedió hace siglos.
El señor era bastante despiadado, autoritario, nada compasivo. Hombres y mujeres le temían solo de verle entrar por la puerta. «Sobre todo le temían las mujeres.»
La mayor afición de este hombre malvado era hacer » montones de billetes» y se podía pasar horas observándolo con los ojos enfermos de codicia. La familia lo detestaba.
En las fábricas se trabajaba incansablemente en condiciones infrahumanas muchísimas veces, y este señor, desde lo alto, miraba y azuzaba a los encargados para que las hilanderas de la fábrica y los telares no pararan nunca a costa de lo que fuese. Todo era manual con esfuerzo físico y jornadas de más de 15 horas de trabajo.
Una vez, una mujer humilde llegó tarde a la fabrica porque su hijo de apenas dos años estaba bastante enfermo. El señor sin compasión la expulsó de malas maneras casi a empujones.
Ya la señora en la calle miró al cielo y pidió clemencia, justicia.
Y el Dios en el que ella creía la escuchó.
Ese mismo año, le empezaron los males a este malvado señor. El árbol de que da la mora y donde se alimentan los gusanos de seda comenzaban a secarse de un día para otro. A los gusanos de seda les entró una enfermedad que evitaban convertirse en crisálidas y en capullos con ese color dorado de donde extraer la seda. Las crisálidas no se podían convertir en mariposas y ocurrió lo mas terrible. Desapareció la seda. 
El hombre vio como algo tan sencillo como la desaparición de las crisálidas hacia que también desapareciesen sus grandes y horribles telares y desaparecieron como por arte de magia todas sus posesiones y toda su fortuna.
Los hijos del malvado señor lo aborrecieron y cuentan que el señor sigue aun queriendo tener un protagonismo que los gusanos de seda y los hijos de un dios mayor se han encargado de que las crisálidas lo aborrezcan.
A La señora que este tirano expulsó de la fábrica se le aprecio una noche en sueños un ángel blanco con unas semillas en la mano y le dio indicaciones que acudiese al hijo bueno del malvado tirano y le entregará unas semillas que le dejó en el frío suelo de la humilde casa de un barrio pobre de lo que es hoy en día la ciudad de Bursa. Esta historia sucedió hace muchos siglos atrás.
La señora hizo lo que el » ángel aparecido» le indicó y le entregó las semillas al buen hijo del malvado señor.
El joven hijo cumplió lo que la señora le indicó y sembró muchos campos de esa semilla que vio como empezaban a creer.
Una mañana de fina lluvia se asomó a la ventana y divisó a los lejos miles y miles de copos blancos que salían de las plantas que con mucha fe habían sembrado y que era tantos los copos, que parecía que los campos se habían nevado.
Se produjo el gran milagro. Nació la planta del algodón .
Las fábricas comenzaron a trabajar nuevamente y sustituyeron las crisálidas de la seda por aquella planta maravillosa del color del maná de que caía en el desierto según el antiguo testamento.
Los gusanos de seda volvieron a recuperarse de aquella terrible epidemia, la antigua ruta de la seda se volvió a abrir, lo ultimo que se supo del señor malvado es que se le escuchaba » hablando solo por las calles » . El buen hijo tomó el control de las fábricas que ahora eran de seda y algodón, la señora expulsada se convirtió en la madre y guardiana de la justicia en las fábricas, el hijo de la señora que enfermó fue un gran investigador y hoy, del algodón, de ese copo blanco, se viste casi todo el mundo.
En la vida, a veces los gusanos no se convierten en crisálidas pero siempre hay alguien que nos ayuda a encontrar una solución.
En la vida, a veces aparecen Angeles que destierran el mal de los telares del mundo. 
Feliz sábado amigos y amigas. 

Los teléfonos móviles a veces son un problema. (. Me lo contaron en Estambul 4) 

12 septiembre, 2015 at 10:19

Me lo contaron en Estambul (4)Me contaron en Estambul que los presidentes de los distintos gremios de comerciantes están muy preocupados. Se han reunido en secreto para poder analizar el fenómeno tan grande que está pasando en el sector comercial y que tiene a los mas viejos muy aturdidos.

Como todos sabemos, Estambul es la ciudad comercial por excelencia, no solamente del Medio Oriente, sino de todo el mundo. Son miles y miles de personas las que llegan diariamente al cuerno de oro a comprar, otras miles a hacer negocios, otras miles a vivir su cultura, otras miles a perderse y, otras miles a comprobar que la película » el expreso de medianoche » nada tiene que ver con la realidad.

Los mayores comentan que ahora, los que atienden en los miles y miles de tiendas, comercios, almacenes, han perdido frescura, actitud, ganas, talante.

La cultura del » regateo» creo que nació ahí, en el gran bazar hace siglos. Una transacción comercial se hacia entre risas, te aromatizados y comodidad hasta que se llegaba a un acuerdo.

Pero ahora hay un problema para los mayores del lugar.

Me cuentan, que las nuevas generaciones que se están incorporando al sector del comercio se han vuelto tristes, huraños, algunos hasta antipáticos. Ya casi no dicen » Madrid-Ronaldo Barcelona-Messi» ya no dicen » más barato que en corte ingles», ya casi no dicen » españolo, italiano, arabi? » para averiguar cual es tu nacionalidad y de esa manera poder entablar una transacción comercial aunque sea por un llavero con el mágico » ojo turco «.

Y esto porque ha sido? Le pregunto a Abderraman. Abderraman es un sabio turco de unos 65 años que es el presidente del gremio de Ceramicas del gran bazar.

Me cuenta que desde hace unos años, pero muy especialmente desde el año pasado, los dependientes y algunos propietarios de tiendas del gran bazar, ni levantan los ojos cuando te acercas a la tienda porque están seducidos y abducidos por los teléfonos móviles, los celulares, los android, los teléfonos inteligentes.

Ya ni miran!! Me dice muy triste Abderraman. Las ventas han bajado amigo español». Yo lo miro incrédulo y lo despido después del delicioso té de menta en su pequeña tienda de cerámica de Anatolia. Las veces que he ido siempre voy a verlo porque me dice que, cuando era marino, se detenía en Canarias como paso para África en el transporte de cemento. Mi amigo se conoce medio mundo y el otro medio lo conoce a él.

Y me doy una vuelta por todo el gran bazar y compruebo que en muchos casos, mi amigo de Izmir tiene razón. Muchos están pendientes del celular, de los juegos, de las redes, de sus amigas y amigos que están en otras latitudes y que alguna vez el destino los llevó a la tienda de los bolsos, y verdaderamente le resta encanto ver a los dependientes con la mirada dirigido » al suelo» en un espacio tan vital donde cinco mil comerciantes comercian oro, plata, inciensos, alfombras, lamparas y todo lo que se comercializaba en la antigua ruta de la seda.

A los dos días, Abderraman me comentó con cara de felicidad que se iba a prohibir el uso del teléfono inteligente en horario de trabajo. Yo le dije: !! Que buena noticia¡¡

Cuando me marchaba, en una tienda de la esquina, el mismo joven que ayer » no levantaba la cabeza del movil» hoy me gritó en un gracioso español : amigooooo, amigooooo : pasmina barata casimir seda, amigo relojes, pantalón, bolso. Amigoooooo amigooooooo.

Los turcos son muy hábiles para los idiomas y para la comunicación. Feliz sábado amigos y amigas.  

 

El collar mágico de Yousaf . Me lo contaron en Estambul (3)

1 septiembre, 2015 at 13:08

Me lo contaron en Estambul. (3)Ella era francesa, de nombre Silvie y de 32 años de edad. Llegó a Estambul una mañana de primavera donde la ciudad huele a “flor recién cortada” mezclada con almizcles y jabón perfumado de anís.

El era de la zona turca del Kurdistán, 37 años, de nombre Yousaf, y con varias tiendas de bisuterías, piedras semipreciosas, solo piedras, collares, colgantes, broches, bronce, cobre. En fin, una especie de quincalla de avalorios quizá sobrevalorados pero que, si realmente crees que el valor es ese, pues se convierte en realidad.

Silvie, desde luego, no era ajena a estos complementos y podía pasar horas observando los escaparates y preguntando mil cuestiones sobre un solo collar, como de hecho sucedió. . Silvie trabajaba en una editorial en la ciudad Francesa de Dijón, famosa por su mostaza. Ella se tomó un año sabático y su aventura finalizaba en el “ cuerno de oro” después de haber estado en medio mundo.

Y llegó el encuentro, y llegó la magia. Ella estaba mirando un collar por quinta vez cuando, de repente vio que alguien le tocaba el cuello y le colocaba de manera muy delicada el collar en su cuello. Era Yousaf que, con una sonrisa absolutamente cautivadora le dijo lo siguiente:- llevo días observando que usted siempre se detiene ante este collar, así que es suyo”-. Silvie no quería aceptar el obsequio pero ante la insistencia de Yousaf no pudo hacer mas nada.

Pero a Silvie le empezó a suceder algo extraño. Salía del coqueto hotel en una calle apartada pero céntrica al mismo tiempo, y, aunque se dirigía a la mezquita azul, sus pies y su mente la llevaban al escaparate de Yousaf. Cualquier destino que pretendiera hacer en Estambul, siempre siempre sus pies y su mente la conducían al escaparate de aquellas famosas tiendas kurdas que están en el gran bazar.

Silvie se marchó de Estambul decidida a olvidar a aquel Kurdo que, sin saber porqué, siempre lo tenía en su mente desde que se puso el collar de piedras semipreciosas incrustadas en bronce antiguo.

Cuando llegó a Dijon, le mandó un email indicándole que no se había podido despedir y relatando una serie de historias rocambolescas que, desde luego, cuando Yousaf leía el correo electrónico, se sonreía sabiendo que Silvie no lo podría olvidar tan fácil.

Sucedió un mes después. Yousaf, que tenia visado para la Unión Europea, decidió conocer Dijon y se interesó que una editorial de esa ciudad hiciese un reportaje sobre los collares kurdos que se venden en el gran bazar de Estambul.

Cuando Silvie entró en la sala de prensa de la editorial, empezaron a temblarle las piernas, y un sudor frio le recorrió todo el cuerpo y el corazón le empezó a latir en los dientes. Yousaf le dijo: – sabia que llevarías puesto el collar- . ella sonrío.

La historia es mucho mas larga, pero en resumen, Yousaf y Silvie contrajeron matrimonio por el rito católico y musulmán, tienen dos hijos, ella tiene una tienda de avalorios, collares, broches y colgantes que vende, además de en su tienda, por comercio electrónico y que son la delicia de miles y miles de mujeres europeas que le compran todo a Silvie y él es inmensamente feliz viviendo con ella a caballo entre Estambul, la región Kurda y Francia.

Me cuentan en Estambul que fue su madre quien le dijo a Yousaf que pusiese el collar en el escaparate, y cuando una mujer se detuviese mas de tres veces a observarlo con detenimiento, esa sería la mujer de su vida. El llevaba esperando doce años a que sucediese la predicción de su madre.

Pero claro, para que esto suceda, debes tener el corazón lleno de buenos deseos, que te rodee una gran aureola, que emanes vibraciones positivas y que intentes ser feliz haciendo felices a los demás. Silvie tenia todas esas cualidades.

Asi me lo contaron en Estambul y así se los cuento. La próxima vez podemos detenernos a mirar un collar. Quien sabe y sea mágico, aunque el collar especial, ya tiene dueña.

Feliz dia amigos y amigas.