2 febrero, 2017 at 9:07

Queridos Amigos y amigas. Hoy, día grande de la virgen , día grande de la Virgen de Candelaria, de la Patrona de Canarias, reflexiono y me doy cuenta que siempre he estado unido a ella de una u otra forma. La Virgen de Candelaria siempre ha estado presente en mi vida.
En el año 1967, quizá empiezo a tener memoria desde esa fecha, cada quince de agosto todo el pueblo de Vallehermoso bajaba a la playa porque había una ermita con una imagen de la Virgen de Candelaria y pasábamos el día abajo. Los que son de mi pueblo deben recordar ” La cueva de las palomas” en un lado de la playa. Mi madre hacia un caldero de arroz amarillo y con eso comíamos todos, jugábamos, nos bañábamos en esa playa peligrosa, y con una música de ambiente que ponían los vecinos bailábamos. Yo siempre fui muy bailarín y disfrutábamos mucho esa fiesta. Había un bar ( el bar de Zoila y Salvador) donde nos regalaban vasos de un refresco de la época por bailar y animar. Años más tarde, un temporal de mar destruyó la ermita pero la Virgen quedó en pie e intacta . Fue una familia mía emigrante quien posteriormente realizó una nueva capilla más alejada del mar para seguir con la devoción aunque creo que ya no hacen esa maravillosa fiesta de antaño. Daría todo lo que fuese por poder retroceder en el tiempo y disfrutar de un día como aquellos, del plato de arroz amarillo y del refresco en el bar de Zoila y Salvador, ( los padres de Alejo el de la paquetera). 
Posteriormente vine a estudiar al Seminario Diocesano en La Laguna y la Virgen de Candelaria era la Patrona del Seminario Menor. Justo por el dos de febrero celebrábamos competiciones, festivales, actos lúdicos que hacían que se rompiese un poco la disciplina de este centro. Una vez gané un festival en honor a nuestra Patrona acompañado a la guitarra por un chico de Santa Ursula ( no recuerdo el nombre) ” una roca inmóvil en su soledad, una flor o el pájaro feliz que ves” ( algo así decía la letra). 
Los seminaristas veníamos a Candelaria el dos de Febrero a la Misa solemne acompañando a Don Luis Franco Cascón que era el Obispo en esos años y los Padres Dominicos, al terminar la eucaristía, nos invitaban a un brindis que a nosotros nos sabía a gloria. Más de un dulce me metí debajo de la sotana para ” más tarde” . El Municipio de Candelaria me despidió con un ” hasta luego”….. Volvería. 
Ya en el año 1976 emigramos a Venezuela, y lo primero que puso mi madre nada más llegar a una casa extraña para nosotros fue una imagen de la Virgen de Candelaria que, a mi particularmente, me daba una gran tranquilidad. La Devoción a la Virgen de Candelaria ha sido vital en mi familia. Aún recuerdo a mi padre derramando más de una lágrima en las escaleras cuando veía salir a la imagen en Candelaria. En unas crecidas del río Guaire en Venezuela, el agua nos inundó la vivienda que la dejó inhabitable y cuando entramos a los días a recoger los enseres, allí estaba la estampa de ella, intocable, en pie. El río arrasó todo pero a la estampa no le llegó el agua. 
En Venezuela íbamos al barrio de la Candelaria para ver a la Imagen que está en el centro de Caracas y, muchas veces, de camino al trabajo, por allí pasaba a estar ” un rato con ella” y pedirle, rogarle, implorarle que alguna vez la pudiese volver a visitar en su Candelaria pero la de Tenerife…. Y el milagro sucedió. Me escuchó. 
El destino quiso que en el año 1989 regresase a mi tierra. Era hora de volver. Pero el destino quiso además que viniese a casa de mi hermana porque su marido, mi cuñado Rafael, que ya no está con nosotros, había sido destinado al cuartel de la Guardia Civil de Candelaria. Cuando me desperté en la mañana después de descansar del viaje de regreso, cuando abrí la ventana del cuartel un tres de abril de 1989, lo primero que vi fue la torre de la Basílica de Candelaria y el aire del mar que hacía años que no lo sentía. 
Mi vida transcurrió por largos años en el Ayuntamiento de Candelaria realizando y coordinando las fiestas en honor a la Patrona de Canarias. El hermanamiento con Teror. Pero de esta época, permítanme quedarme con un episodio que me cambió mi vida por completo. Por los años 90, creo que fue en 1994 se trasladó una imagen de la Virgen de Candelaria al municipio Cubano de Candelaria en Pinar del Rio. Esto es un capítulo aparte que debo contar en otro momento. Lo que sí les puedo asegurar que cambió mi vida. Les prometo que lo contaré alguna vez. 
En el año 1999 Adán Martín me llamó para comunicarme que sería el Director General de Acción Exterior del Gobierno de Canarias. Ahí me pude dar cuenta de la gran devoción que se le profesa a la Morenita en todos los centros Canarios en el Exterior. En Cuba, en Venezuela, Argentina, Uruguay, México , Estados Unidos. De esa etapa me quedo con el recuerdo del Padre Jesús Mendoza que en un día tuvo que celebrar tres misas en tres centros Canarios diferentes en Venezuela. Jesús Mendoza siempre tuvo un gesto amable con los emigrantes y con los que regresaban. Eternamente le estaré agradecido de sus bondades. Fueron cientos las estampas que bendecía y se llevaban nuestros paisanos a sus casas como el más grande de los tesoros. 
Y aquí sigo, viviendo en Candelaria, a los pies de la que siempre ha estado al lado mío. Sé que muchos que lean esto no serán creyentes pero les puedo asegurar que la fe mueve montañas. Son muchas las peticiones que le he realizado y que me las ha concedido. Aún le sigo pidiendo y hoy, en su día grande, pediré por todos nosotros, por nuestra tierra, por los que mas lo necesitan, y lo haré convencido de que me va a escuchar porque ya lo ha hecho. 

Ahora que lo pienso, en Venezuela, en mi época de emigrante, en las diversas etapas de mi vida siempre me ha cuidado. Jamás me pasó nada en Venezuela viviendo en sitios con cierto peligro. Definitivamente ella estaba conmigo. 
Podría seguir escribiendo horas y horas de mi relación personal y mágica con la Virgen de Candelaria pero, quizá, otro día les cuente mucho más.
Por hoy solo me queda gritar con mucha fuerza: VIVA LA VIRGEN DE CANDELARIA.