El Paraguas de Marta.

6 marzo, 2013 at 7:11

Mi reflexión de hoy. Queridos amigos y amigas, ayer y antes de ayer me acordé muchísimo de mi amiga Marta. El motivo de recordarla tanto es que, hace unos meses, por mi cumpleaños, me regaló un estupendo » paraguas» que me fue de gran utilidad en estos dos días.
Cuando llegué a mi casa el primer día de la tormenta, tuve que subir varias veces a la azotea en medio de una lluvia inclemente. La primera vez me » empapé» hasta que me llegó a la mente » el paraguas de Marta». Fui inmediatamente a buscarlo y estaba allí, colgado y esperando a que el tiempo permitiese que fuese útil. Estaba allí en medio de corbatas y de algunas bandoleras.
Tomé el maravilloso paraguas y desde que salí al patio empezó una cruel lucha entre el paraguas, el viento y yo. El paraguas que era ideal para hacer la coreografía de » bailando bajo la lluvia» tuvo que afanarse para no morir en manos de aquel viento atroz. Yo en un momento determinado pensé que lo perdería para siempre pero, afortunadamente, el paraguas se mantuvo intacto porque las varillas son de acero fuerte y de gran movilidad . Por eso el paraguas se salvó.
El paraguas una vez me dio un disgusto porque estuvo varios días perdido. Claro, como aquí nunca llueve, lo saqué a la calle y a la semana apareció porque lo había dejado olvidado en un local de Candelaria. Me llevé una gran alegría al volverlo a ver porque era un regalo que no quería perder. Vuelve a estar colocado entre bufandas, corbatas y bandoleras esperando que el tiempo amenace lluvia.
Ustedes se preguntarán quien es la amiga que me regaló el paraguas. Pues es Marta González Casanova, una compañera del Cabildo que trabaja en el gabinete de prensa y que algunas veces aguanta mis impertinencias que todos las tenemos.
Marta es una persona extraordinaria. Siempre está pendiente de poder ayudarte y apoyar los proyectos que con tanta ilusión se realizan desde el área. Marta los toma como suyos, los vive, los disfruta. Se alegra cuando observa que salen los logros, nos anima desde su papel de comunicación, se involucra, es desprendida . En definitiva, Marta es para nosotros absolutamente fundamental.
Ella trabaja en un estrecho gabinete donde también están Miguel, Nuria, Irma( ya una vez hablé de ella) y Blanca. El equipo lo dirige José Antonio y, cuando entro al pequeño espacio donde trabajan, siento unas buenas vibraciones y sonrisas sin importar si han tenido mal día. Yo nunca les agradeceré lo suficiente el cariño, la amistad y la comprensión de todos.
Es un trabajo apasionante el poder comunicar y dar a conocer a la ciudadanía el trabajo que se realiza a diario. Creo que muchas veces no es lo suficientemente valorado y hoy, cuando los medios de comunicación están pasando por una enorme crisis donde se han perdido muchos puestos de trabajo se hace muchísimo más importante el poder contar con personas que nos informen de manera objetiva. La profesión de comunicador social es apasionante, entregada, de gran vocación. A todos los periodistas que conozco les apasiona su trabajo y deseo que puedan seguir informando con libertad, con objetividad y con auténtica vocación como decía antes.
Cuando nos tomamos el » cortado» en el bar se siempre a las 7:30 de la mañana y miramos el periódico,,quizá nunca pensemos el enorme trabajo que hay detrás. O cuando escuchamos las noticias en la radio o miramos las noticias por un canal de televisión. Detrás de todo esto hay un enorme trabajo hasta conseguir la noticia para que nosotros estemos informados.
Hoy mi reflexión ha comenzado con el regalo de Marta: » el paraguas » y yo deseo hoy que el paraguas de la información esté siempre abierto, que se abra para que todas aquellas personas que viven intensamente su profesión puedan seguir trabajando y dándolo todo con esa implicación.
Que se abran los paraguas del trabajo, del optimismo y de la felicidad.
Quería poner una foto del paraguas, pero haciendo caso a la leyenda venezolana que «nunca debemos abrir un paraguas bajo techo» pongo la foto de quien, con ese regalo me ha hecho un poco más feliz. Marta González Casanova. Un beso.

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