Cuentos infantiles

12 abril, 2013 at 6:35

Mi reflexión de hoy. Queridos amigos y amigas. Ayer para mi fue un día de los más emocionantes que he vivido hace tiempo porque se entregaban los premios de la XVII edición del Concursos de Cuentos infantiles que organiza la unidad de Calidad y Consumo responsable del Cabildo de Tenerife.
A las once de la mañana, los niños y niñas ( 14 en total) fueron los premiados, estaban en el salón noble del Palacio Insular de lo más nerviosos, mirando todo a su alrededor, esperando acontecimientos, y desde luego, esperando por su regalo prometido que era una mochila y una excursión a visitar las ballenas.
En el acto estuvo Carlos Alonso que, al ser padre de dos niños, Lucas y Nicolás, supo inmediatamente que decirles para calmarlos y tener esa sabiduría que da la paternidad de hacer un acto de lo más entrañable.
Ya se han realizado 17 ediciones con la finalidad de que, a través de los relatos cortos, los niños y niñas se tomen conciencia del valor de las cosas y del consumo responsable.
Una vez entregados los premios, y después de felicitar al profesorado, ( participaron más de 600 cuentos) a los padres, a los niños y niñas, dos ganadores contaron ante todo el público de que trataba su relato.
Uno de los ganadores explicó que su relato era el deseo de un viaje de fin de curso porque jamás había salido de la isla. Pero que sabía que en su casa había otras necesidades y que deseaba hacerlo pero era consciente de que quizá no se pudiera ( tenía 8 años).
Otra niña, contó su experiencia ante los micrófonos en el Salón Noble del Cabildo con una asombrosa tranquilidad. El relato de la niña intentaré transcribirlo más o menos.
» había una vez en un planeta lejano un niño que siempre estaba sólo y vivía rodeado de muchos aparatos eléctricos y videojuegos de última generación. El Niño siempre estaba triste y casi ni hablaba con sus padres y permanecía todo el día en su habitación. Un día hubo un cataclismo en el planeta y se fue la electricidad para siempre y los aparatos electrónicos quedaron inservibles. Los padres, al ver que su hijo no era feliz tuvieron que emigrar a otro planeta donde no habían videojuegos ni nada parecido pero si habían muchos niños que inventaban juegos con la imaginación, El Niño fue muy feliz en ese planeta donde no existía la play station. ( o como se escriba).
Es que hay que leer estas historias tan maravillosas que han escrito. Son de un aprendizaje único. Son de una belleza incomparable. Los cuentos se van a publicar en la página de calidad y consumo del Cabildo y les recomiendo que los lean cuando los publiquen. Son únicos.
Estos niños me trasladaron a mi infancia. Yo jugaba con una hoja de ñamera y veía como corría por los barrancos, con los roques, jugábamos con piteras, con Cañas, con lo que fuera. Que felices éramos.
Yo recuerdo que me metía en la iglesia de mi pueblo y jugaba a » ser cura». Una vez me vio una tía mía y por eso me trasladé al seminario. Tendría yo 8 años y se » asomó» a la puerta de la iglesia y me encontró diciendo una misa en el altar y dos amigas mías hacían de feligresas.
Yo agradezco a la unidad de consumo que hayan trabajado tanto para ser todos un poco más felices. La leyenda de este concurso era » felicidad y consumo». Ahora en esta situación que nos ha tocado vivir, hay muchas personas que no son felices porque no pueden consumir desaforadamente.
Yo he descubierto que se puede ser feliz hasta » haciendo unas lentejas». Hoy ha sido mi caso. Estoy escribiendo la reflexión y huele a potaje de lentejas y a felicidad.
Un abrazo amigos y amigas. ¿Ven.? Ya vuelve a ser fin de semana. Que sean muy felices.
La foto que ilustra esta reflexión es la de las personas que hoy entregaron los premios: Leticia Rodríguez, jefa de unidad de calidad y consumo, Carlos Alonso, Vicepresidente del Cabildo y un servidor de ustedes.

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