África.
Mi reflexión de hoy. No hay nada que más me guste en la vida que una buena conversación. Se me pasan las horas volando y aprendo muchísimo cuando los interlocutores tienen mucho que ofrecer.
Me encantan las vivencias que me cuentan, sobre todo de los viajes que han realizado mis amigos. Ayer un amigo mío me contó de un viaje que hizo por el África profunda y es tan buen conversador que me trasladó y me hizo viajar por unas horas a África.
Mi amigo fue hace unos años a Senegal y de ahí viajó por carretera a diferentes lugares y países. Estuvo en el norte de Mauritania, después pasó a Malí también estuvo en las Guineas y fue un viaje de mucha aventura y de aprendizaje.
Me cuenta mi amigo que desde ese momento se » enganchó» a África. Que después de ese viaje ha vuelto varias veces porque dejó grandes amigos en poblados, ciudades, tribus.
Me habló de los grandes artesanos que existen en África, me enseñó piezas maravillosas, me enseñó vasijas minimalistas, objetos fetiches, cuadros, paisajes inimaginables. Me habló de como se puede ser feliz con » tan poco».
Mi amigo durmió a la interperie, durmió en poblados donde el silencio era total, comió lo mismo que comían en los pueblos perdidos del África occidental, aprendió costumbres, aprendió cocina, en definitiva, me dice que su vida cambió rotundamente.
Mi amigo me trasladó a lugares donde la oscuridad se combina con sonidos de la naturaleza, donde el sol sale primero que en ningún sitio, donde el agua es vital y que en lugares surge a borbotones y en otros deben caminar decenas de kilómetros.
Me habló de los tuareg de los beduinos, de las diferentes tribus donde se conocen por la vestimenta que llevan o por el color del pelo o el tatuaje.
Capítulo aparte fue en su conversación sus días en el desierto del Sahara. Me habló de la medicina tradicional donde no existe ni una aspirina pero que tienen remedio para todo.
Después de escuchar esa maravillosa conversación, estupenda conversación, divina conversación, me han entrado unas enormes ganas de, alguna vez en mi vida, hacer un viaje así, perderme en ese continente misterioso y dejarme llevar por sus ríos, sus selvas, sus canoas, sus poblados.
Yo ayer no me sentía muy bien porque tenía el cuerpo» enfriado» y mi amigo me dice: te voy a dar un » remedio africano»
Me preparó un agua de yerbabuena muy cargada con canela en palo y me lo tomé sin rechistar. Hoy amanecí mucho mejor y por ahora, no me he tomado el paracetamol de un gramo.
Bueno, feliz lunes y que sepamos que tenemos un continente maravilloso a tiro de piedra que viajar hasta allí sería un total aprendizaje. Un abrazo a todos.