A » fortuna» sólo le faltaba hablar.
Mi reflexión de hoy. Cuando yo era niño, muy niño, allá en Vallehermoso, donde fui tan feliz, teníamos una perra que se llamaba » fortuna». Y era una auténtica fortuna. Recuerdo que mi padre decía » a esta perra solo le falta hablar», yo llegaba de la escuela y corría para ver a » fortuna» y salíamos muy rápido para el valle abajo donde vivía mi abuela paterna , para pasar toda la tarde en el patio que estaba frente a la venta que regentaba mi madre.
Hablábamos de lo que los niños pueden hablar en el año 1967/68. Fortuna se instalaba como una persona más y cuando llegaba mi padre con el camión que tenía marca OM, » a Fortuna» le entraba tanta alegría, que a veces se orinaba.
A » fortuna» sólo le falta hablar, decía mi padre.
Recuerdo cuando los domingos mi padre se la llevaba de cacería, y cuando llegaba ya en la tarde, cansada y fatigada, antes de comer, antes de beber agua, pasaba por todos y cada uno de nosotros, nos lamía, jugaba y después comía. Mi padre decía, que buena es » fortuna» sólo le falta hablar.
» fortuna» era querida por todos y cada uno de nosotros, es que le faltaba » solo hablar»
Nosotros nos » peleábamos» en Vallehermoso porque todos queríamos apoderarnos de » fortuna» y recuerdo que cuando salíamos de la escuela, a las cuatro y media de la tarde, corríamos a ver cual era el que primero llegaba para apoderarse de fortuna. Yo, que siempre he sido un poco estratega, ponía a un primo mío a » correr» y se llevaba a la perra y quedábamos en algún sitio, con el desconsuelo de mis otros hermanos que, por más que corrieran nunca llegaban antes que mi primo. Yo les decía » ustedes corran, ustedes corran»
Una tarde, a eso de las cinco, mi hermana Ani se llevó a fortuna a hacer un mandado a la tienda de Gonzalo Suárez, y, coincidencias de la vida, fortuna se » sale de la carretera» y el coche de Don Alberto Trujillo, el médico del pueblo, la atropella en la carretera que va hacia la playa del pueblo. Don Alberto se llevó el mayor de los disgustos porque conocía a » fortuna», bueno, todo el pueblo la conocía. Es que era tan lista que sólo le faltaba hablar.
No se pueden imaginar la sensación de vacío que nos quedó a todos, no se pueden imaginar cuando le dimos la noticia a mi abuela materna, ya que » fortuna» mitigaba sus ratos de soledad, no se pueden imaginar cuando todos los compañeros de colegio se enteraron al siguiente dia de la noticia. Cuando llegó mi padre de trabajar, nadie se lo quería decir y tuvo que ser el mismo médico quien se lo comunicó.
» fortuna» recibió sepultura en un valle de plataneras, en Vallehermoso. Y cada vez que vuelvo a mi pueblo, cuando se asoma ese caserío, miro para la platanera y le doy las gracias a » fortuna» porque formó parte de mi infancia feliz.
Por eso, esta reflexión mía de hoy es en honor a todas aquellas personas que tienen un ser vivo en su casa, que le dan cariño, que forman parte de su vida, que se enternecen con ellos, que los cuidan, que los quieren, que los respetan y que, en definitiva, hacen la vida más feliz y más llevadera.
Es que a este animal, a » fortuna» sólo le falta hablar.
La foto que hoy pongo es de » fortuna», no tiene buena calidad y fue tomada allá por el año 1967.
Un abrazo a todos y a todas.