África.

18 febrero, 2013 at 9:52

Mi reflexión de hoy. No hay nada que más me guste en la vida que una buena conversación. Se me pasan las horas volando y aprendo muchísimo cuando los interlocutores tienen mucho que ofrecer.
Me encantan las vivencias que me cuentan, sobre todo de los viajes que han realizado mis amigos. Ayer un amigo mío me contó de un viaje que hizo por el África profunda y es tan buen conversador que me trasladó y me hizo viajar por unas horas a África.
Mi amigo fue hace unos años a Senegal y de ahí viajó por carretera a diferentes lugares y países. Estuvo en el norte de Mauritania, después pasó a Malí también estuvo en las Guineas y fue un viaje de mucha aventura y de aprendizaje.
Me cuenta mi amigo que desde ese momento se » enganchó» a África. Que después de ese viaje ha vuelto varias veces porque dejó grandes amigos en poblados, ciudades, tribus.
Me habló de los grandes artesanos que existen en África, me enseñó piezas maravillosas, me enseñó vasijas minimalistas, objetos fetiches, cuadros, paisajes inimaginables. Me habló de como se puede ser feliz con » tan poco».
Mi amigo durmió a la interperie, durmió en poblados donde el silencio era total, comió lo mismo que comían en los pueblos perdidos del África occidental, aprendió costumbres, aprendió cocina, en definitiva, me dice que su vida cambió rotundamente.
Mi amigo me trasladó a lugares donde la oscuridad se combina con sonidos de la naturaleza, donde el sol sale primero que en ningún sitio, donde el agua es vital y que en lugares surge a borbotones y en otros deben caminar decenas de kilómetros.
Me habló de los tuareg de los beduinos, de las diferentes tribus donde se conocen por la vestimenta que llevan o por el color del pelo o el tatuaje.
Capítulo aparte fue en su conversación sus días en el desierto del Sahara. Me habló de la medicina tradicional donde no existe ni una aspirina pero que tienen remedio para todo.
Después de escuchar esa maravillosa conversación, estupenda conversación, divina conversación, me han entrado unas enormes ganas de, alguna vez en mi vida, hacer un viaje así, perderme en ese continente misterioso y dejarme llevar por sus ríos, sus selvas, sus canoas, sus poblados.
Yo ayer no me sentía muy bien porque tenía el cuerpo» enfriado» y mi amigo me dice: te voy a dar un » remedio africano»
Me preparó un agua de yerbabuena muy cargada con canela en palo y me lo tomé sin rechistar. Hoy amanecí mucho mejor y por ahora, no me he tomado el paracetamol de un gramo.
Bueno, feliz lunes y que sepamos que tenemos un continente maravilloso a tiro de piedra que viajar hasta allí sería un total aprendizaje. Un abrazo a todos.

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El corredor de fondo.

17 febrero, 2013 at 8:27

Mi reflexión de hoy. Hacia tiempo que quería dedicarle una de mis reflexiones diarias a un corredor de fondo. Una persona que quiero, admiro y respeto inmensamente.
Muy temprano, casi sin salir el sol, sale a correr, porque es un corredor de fondo. Una vez le pregunté que en que pensaba cuando corría y me respondió que en todo y en nada.
Yo le seguí preguntando que era » en todo» y me contestó que pensaba en todas las cosas que le sucedían, en las que quería que le sucediesen, en como quería hacerlas.
Me contó que también pensaba en sus preocupaciones diarias: en la salud de su hija, en su clínica, en el Tenerife, en los amigos que hace tiempo que no veía, en su familia.
Este amigo me dice que en una carrera se sufre, piensas, te emocionas y que al final de la carrera la satisfacción es tan grande que recuerdas que, aunque tengas miles de problemas,» la vida es increíble».
Mi amigo me dice que le encanta la simbiosis del cuerpo con la naturaleza porque ante la inmensidad natural, cuando corres, llegas a tener una comunión perfecta con la naturaleza.
Jamás mi amigo le he oído escuchar una palabra negativa de nadie. Tiene la virtud de ver el lado positivo de las cosas y de las personas. ( gran aprendizaje).
Yo lo conocí porque iba a otro maravilloso fisioterapeuta, maravillosa persona que quiero mucho y un día me dio una crisis y me llevaron a él porque mi otro amigo estaba fuera de la isla. El diagnóstico es «epicontilitis» algo muy incómodo que cuando » se me activa» me produce unos dolores muy intensos.
Desde qué entré por la puerta sabía que él y yo seríamos amigos. Hablamos de mi epicontilitis, de los amigos en común que tenemos, de que tenía que adelgazar, de que necesitaba hidratarme la piel. Yo desde ese entonces utilizo la crema » eucerin PH5″ por su recomendación y que aprovecho y les recomiendo.
Seguí asistiendo a su clínica pero ya todos los días nos empezamos a enviar washaps y, por supuesto, nos contamos lo que nos preocupa y las posibles soluciones que la vida nos pone en nuestras manos.
Yo reconozco que él se preocupa de mi muchísimo más que yo de él. Me obliga a caminar, me pide fotos del aparato de la tensión a ver como la tengo, tengo que enviarle imágenes de cuando me mido el azúcar a ver si la tengo controlada, se interesa por mi alimentación y un largo etcétera. Hoy, escribiendo esta reflexión me he dado cuenta que a veces soy demasiado egoísta y que a partir de ahora, debo yo también preocuparme más por los problemas de mi amigo.
Él es como una especie de » ángel de la guarda». Pero es así con todo el mundo. Los problemas personales de todo un equipo me consta que se los lleva a su casa y que muchas noches no ha podido dormir por problemas de otros. Pero él es así. Supongo que esos problemas de todos sus amigos se los llevará en esas carreras de fondo que hace prácticamente todos los días.
Luchador. De sonrisa espléndida, desprendido, generoso. Siempre tiene un buen consejo para dar . Creo que los corredores de fondo ven la vida desde otro punto de vista y pueden entenderte sólo con mirarte.
He pasado momentos de conversación con él totalmente mágicos. Cuando salgo de su clínica voy flotando y cargado de energías positivas siempre.
No sólo yo pienso así. Hay muchísimas personas que las manos de José Cristóbal Rodríguez son absolutamente balsámicas y energéticas.
Amigo sigue corriendo, sigue pensando, sigue viendo la vida como algo increíble, sigue marcando los ritmos, a veces largos y a veces cortos, sigue ayudándonos a ser feliz.
Amigo mío, gracias por tenerme presente en tus pensamientos de carreras de fondo, gracias por tus consejos y gracias por tu amistad.
José Cristóbal Rodríguez. Fisioterapeuta del Club Deportivo Tenerife y fisioterapeuta de la vida. Un abrazo enorme.!!!!! Cuanto te quiero, te respeto, te aprecio y te admiro¡!!!!!.

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Mercado de las tradiciones de la India.

16 febrero, 2013 at 9:30

Queridos amigos/as. Hoy a las 12:00 en el Parque García Sanabria, la comunidad Hindú ofrecerá a todos los asistentes » el marcado de las tradiciones de la India» donde habrá 30 carpas y podremos recorrer viendo los olores, sabores y tradiciones de este país. El Cabildo de Tenerife ha colaborado con todo el montaje de la infraestructura, y lo hemos realizado con especial agrado para poner nuestro granito de arena y poder conocer más de la India. Te esperamos en el carnaval de día a las 12:00 que es la Inauguración hasta las 19:00 horas. Vale la pena visitarlo. Un saludo a todos.

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El camión de mi padre.

15 febrero, 2013 at 7:07

Mi reflexión de hoy. Hace unos días, en Radio Club, escuché a uno de los personajes de Juan Luis Calero » el mágico» y el afable Juan Carlos Castañeda decir que todo el que tenía un camión estaba asegurado. La verdad, que el comentario, que lo he escuchado varias veces ,me lleva a la reflexión de hoy.
Mi padre tenía un camión marca OM en Vallehermoso allá por los principios de los años 70, y ciertamente, entre el camión de mi padre y la venta de mi madre fuimos escapando de manera humilde pero muy felices.
El camión de mi padre era todo un acontecimiento. Formaba parte de la familia y siempre lo mirábamos entre una mezcla de respeto y orgullo. Ese camión nos dio muchas alegrías. El camión puso los postes de los primeros teléfonos en muchos lugares de La Gomera, el camión cargaba y descargaba revuelto, el camión buscaba Pinocha en el monte, el camión daba viajes de tomates desde la empaquetadora de Don Orencio en Alojera hasta San Sebastián. Muchas veces hasta dos veces al día. El camión era el fiel compañero de mi padre. Cuando hacia mal tiempo mi madre se ponía muy nerviosa y hasta que no llegaba mi padre con el camión no se tranquilizaba. En algunos inviernos, el camión se quedó enterrado en esas carreteras de la Gomera por el fango y la lluvia, pero siempre, el camión salió a flote.
Para nosotros, subirnos en el camión y salir con mi padre a algunos sitios era el mejor de los regalos. Es cierto que mi hermano iba más que yo porque mi relación con el camión, tengo que reconocer que era un poco de » amor odio» y les voy a explicar el porque.
Mi padre nos dejaba llevar a veces el volante y mi hermano era una fiera para conducir. Tanto es así que él y Julio Cordovez ( hijo) tenían unos volantes de madera y jugaban a conducir camiones. Aparcaban, tocaban la pita, metían la primera, la segunda, la tercera, la cuarta y el » croche». Pero un día, mi padre me dejó el volante a mi, y le largué » tal fuerte volantazo» que casi bajamos a unas plataneras en la Vegueta.
Mi padre me dijo: » dame el volante que toda madera no sirve pa trompo» y desde ese entonces, el único que podía llevar el volante del camion con toda precaución era mi hermano.
Una vez, esto fue en una camioneta pequeña ( no el camión) se le fueron los frenos justo por debajo de la casa de mi abuela y bajaron a un llano de plataneras. En un momento se juntaron allí decenas de personas. Siempre recuerdo que mi madre llevaba una caja de galletas gomeras y en medio de la crisis de nervios dejó las galletas detrás. Yo miré la caja y decía» mamà las galletas» » mamá las galletas». Y cuando abrí la caja estaban todas » esgorrifadas».
Del accidente salieron todos ilesos, pero mi madre se desorientó y en vez de subir pa la carretera se fue » rumbo» a los paredones de las plataneras y si no la sujetemos se va para el otro llano de plátanos. Recuerdo que a mi madre le dio una crisis de ansiedad pero, enseguida como por arte de magia aparecieron las calmosas tilas y las aguas de » hortelana». Hoy yo recordamos y nos reímos muchísimo.
Cuando mi padre emigró a Venezuela en el año 73, el principal problema era el camión. ¿Como haríamos con el camión?. Pero afortunadamente, mi padre que cuidaba más el camión que a él mismo lo vendió inmediatamente. Bueno, se lo quitaron de las manos.
Nosotros que emigramos dos años más tarde, cada vez que veíamos pasar el camión con su nuevo dueño lo mirábamos con tristeza, melancolía y cariño y nos acordábamos de nuestro padre que se había tenido que marchar a Venezuela.
Ese camión llegó a dar al mes, a principio de los 70 nada más y nada menos que 30.000 pesetas y mi padre decía: » ese dinero no lo gano yo ni en Santa Cruz».
El camión también transportó huevos. Mi padre también tuvo una pequeña granja de gallinas y se levantaba muy temprano para repartir todos los huevos que nosotros en la tarde ayudábamos a recoger.
Por eso, esta reflexión que le agradezco a Juan Luis Calero, a Juan Carlos Castañeda y a Radio Club el que me recordaran » que el que tiene un camión tiene la vida resuelta y no pasa hambre «, se la dedico al camión de mi padre. A ese camión marca OM de principios de los 70 que llegó a producir más de 30.000 pesetas al mes en esos años, allá en Vallehermoso.
Que grande fue mi padre, que trabajador, que grande fue ese camión que tantas alegrías nos dio.
Lo malo era que cuando mi padre trabajaba en «la telefónica » con el camión poniendo postes, sólo lo veíamos los sábados y domingos, porque trabajaba tanto que se tenía que quedar en Playa Santiago en la pensión de Casanova.
Un abrazo a todos.

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