El drama de la frase » sin servicio»

5 julio, 2014 at 8:59

Érase una vez un pueblo donde se respiraba una gran tranquilidad. El pueblo anochecía con el sonido de las ranas que croaban desde un pequeño barranco que casi todo el año tenía agua, los habitantes del pueblo no necesitaban despertador porque el canto de los gallos les anunciaba que había llegado un nuevo día.
El pueblo tomaba cierta vida durante los meses de verano porque muchas de las personas que habían nacido allí emigraron y aprovechaban la época estival para regresar a las casas enclavadas dentro de la vegetación y poder descansar. También llagaban los hijos y los descendientes para pasar los meses de verano.
Una familia decidió ir al pueblo para pagar contribuciones, ver como estaba la casa que permanecía cerrada todo el año, hacer algunos arreglos casi de bricolaje, disfrutar de las frutas de temporada que aún se daban en lo alto del pueblo, respirar y olvidar. Esas eran las intenciones.
Pero con Sofía era diferente.
Sofía tiene 19 años y lo primero que puso en su equipaje fue su iPad y su IPhone 5 porque, evidentemente, no sabe vivir sin estar conectada a las redes sociales ni a las nuevas tecnologías.
Llegaron al Pueblo, Sofía volvía después de muchos años de ausencia y cuando entraron a ese valle donde las montañas le dan un aspecto celestial y el verde de las plataneras y otros cultivos hacen del valle una alfombra eterna, Sofía se sintió en otra dimensión. Ya se puso nerviosa cuando miró su IPhone que le indicaba una frase terrible para ella : sin servicio».
-¿ aquí no hay cobertura.? Preguntó Sofía. Pero no obtuvo respuesta de los otros ocupantes del coche porque todos estaban embelesados con la belleza de este mágico rincón.
Cuando llegaron a la casa, en lo alto del pueblo, Sofía escudriñó con los ojos los posibles » enchufes» que la casa tenía, por cierto bastante escasos.
Miraba continuamente el iPhone, conectó el IPad y tampoco tenía ninguna cobertura, movía el teléfono hacia el cielo como pidiendo que se hiciese un milagro, que llegara una revelación, pero por más que caminaba alrededor de la casa como quien busca el más preciado de los tesoros, la cobertura, la señal magnífica de esas » rayitas» en el teléfono nunca aparecieron. Solo la frase tétrica que decía » sin servicio».
Sofía apenas cenó. Cuando ya se acostaron la chica apenas podía dormir y en el sopor del sueño tuvo una pesadilla donde se encontraba en un monte, perdida, sin rumbo y en el lodo, como dice un famoso bolero.
Al siguiente día casi despuntando el alba ya Sofía se había enfundado un pantalón corto y una blusa de entretiempo porque, mira por donde, para darle aún un aspecto más triste a la situación, amaneció el día como si fuese otoñal.
Se lanzó a la calle, se paraba debajo de las antenas, miraba el Mobil y el iPad cada dos minutos y siempre aparecía la misma frase » sin servicio».
Un señor que subía hacia sus terrenos con unos utensilios de labranza al hombro la vio como caminaba deprisa, se detenía, miraba al cielo, movía los aparatos y la frase era determinante. » sin servicio».
Cuando Sofía llegó al pueblo se horrorizó. Habían como quince jóvenes en la plaza principal y detectó que ninguno llevaba en sus manos ningún aparato y que nadie tenía la vista perdida mirando una pantalla.
Se acercó y preguntó con cara desesperada: chicos ¿ aquí no hay cobertura?. El más gracioso ( siempre hay un gracioso en el grupo) le dice – a ti te doy yo toda la cobertura que quieras»- mirándola de arriba abajo.
Otro dice, – no te preocupes que esta noche en la verbena consigues toda la cobertura que quieras»- los chicos se rieron y Sofía les espetó una frase de enfado » váyanse por ahí magos de mierda «- uno de los chicos hizo un gesto un tanto obsceno.
Abrió el bar de la plaza y Sofía entró y asustó a la señora que llegaba a la cocina con varios manojos de berros para el gran potaje que tenía que hacer. «. señora , por favor, me deja la contraseña de Wifi». La señora la miró y le contestó – » eso te lo dan en la oficina del banco que abre en una hora»-
Sofía empezó a sudar, se sentó, pidió un cortado y encendió un cigarrillo. Miró a los aparatos y los guardó como quien guarda un libro donde la mitad tenia con defecto de imprenta y no contenía ninguna letra.
Sofía hizo su catarsis personal y se adaptó a las circunstancias. Sabía que no podía amargar al resto de su familia. Realmente no lo pasó bien los primeros días. Pero después de sufrir el proceso de desintoxicación, llegó un momento en que ni se acordó de los aparatos tecnológicos.
Para llamar a su novio que se quedó en otra isla, Sofía utilizaba la cabina telefónica que estaba al lado del ayuntamiento. En la tarde, aunque ustedes no lo crean queridos amigos, en la cabina Telefonica se formaban colas.
Por eso amigos y amigas, en este verano, quizá por unos días nos quedemos » sin cobertura en la red» . ¿ no les parece que puede ser una auténtica delicia»? Feliz sábado.

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