Mis últimos veinte años se me han pasado volando”

1 septiembre, 2019 at 9:25

hace unos días, un gran amigo mío me comentó que sus últimos veinte años, la vida “se le había pasado volando”, como un suspiro, como si no hubiese habido un ayer. Cuando se fue, medité mucho esa conversación y llegué a la misma conclusión: Los últimos veinte años de mi vida se me han pasado volando.

Y es que la frase de mi madre, la de todas las madres, era absolutamente premonitoria cuando éramos más jóvenes y nos daban el consejo de oro que aprovechásemos el tiempo. Hoy medito la frase y ¡cuánta razón tenía ¡.

Y el tiempo si es un recurso que se agota porque no es algo que se pueda adquirir o comprar. Se nos va escapando poco a poco como el agua cuando se escurre de nuestras manos y se pierde. Por eso es que tenemos que hacer que el tiempo sea totalmente útil, y lo podemos lograr.

De jóvenes queríamos comernos el mundo. Hoy yo también me lo comería , pero trazando un plan . Esa percepción, la rutina, el no vivir experiencias novedosas hacen que el tiempo se nos vaya sin apenas darnos cuenta de ello.

Cada vez queda menos tiempo. Por eso creo que no hay que tenerle miedo a los cambios porque si sabemos hacer del cambio una oportunidad, realmente veremos cómo podemos ganarle tiempo a la vida.

Recuerdo los veranos de mi niñez en Vallehermoso. Eran veranos que pasaban lentamente. Hacíamos de todo y no hacíamos nada. El tiempo parecía haberse detenido. Ir a la playa de mi pueblo o a la Laguna Grande eran experiencias únicas. Hoy, empiezas a deshacer el equipaje en un viaje de vacaciones y dejamos cosas en la maleta porque…. ya mismo nos toca volver. A mi particularmente ya todo me pesa.

Y es que el presente es muy diferente a lo que nos tocó vivir en tiempos pasados. Hoy, las redes sociales tienen aplicaciones que te indican cuanto tiempo llevas usándolas. Y en un “abrir y cerrar de ojos” te has pasado dos horas mirando Instagram.

En estos días, antes de incorporarme a mi trabajo en el Ayuntamiento de Candelaria y después de un largo tiempo en otras labores, un tiempo largo, quizá mucho tiempo, me reencontré con mis recuerdos de mis últimos veinte años: Libros sin leer, música sin escuchar, alguna que otra camisa sin estrenar, algún cuadro sin colgar, semillas sin plantar, una guitarra encima de un armario, un desorden casi ordenado, gavetas con artículos que no recordaba, una corbata que no me pude poner, fotos por ordenar. Miré una foto precisamente de hace veinte años cuando fui por primera vez a Caracas cuando tuve responsabilidades en las Entidades Canarias y se me detuvo el tiempo.

¡¡¡ Han pasado tantas cosas en veinte años¡¡¡¡ personas nuevas que han venido a nuestras vidas, seres queridos que se han marchado para siempre, experiencias inolvidables, amores y desamores, tristezas y alegrías, sonrisas y lágrimas. Todo esto ha sucedido en dos décadas que se han consumido como un cigarrillo de papel. Despedimos un siglo y recibimos otro.

No podemos hacer que el tiempo se detenga, pero si podemos aprovecharlo mejor para que “nos cunda más”.

Quizá la clave está en utilizarlo con gente que realmente valga la pena, ( eso es vital) no malgastarlo en situaciones que no deseamos vivir, ser sinceros con la vida, hacer cosas que hemos deseado hacerlas toda la vida y nunca hemos podido. (yo me inscribí en un curso de Guitarra en la Universidad Popular de Candelaria) entre otras cosas, y salir del estado de confort y la rutina. La rutina hace que los días vuelen del almanaque como un avión supersónico.

Todo lo tóxico quita tiempo. Yo afortunadamente, he ido adquiriendo la gran virtud de desecharlos inmediatamente. Un mensaje de WhatsApp ponzoñoso, si no lo sabemos drenar y procesar, nos quita tiempo.

Vamos a bebernos la vida a sorbos. Disfrutando cada momento, cada olor, cada sensación, cada sabor, cada beso, cada abrazo, cada caricia, cada mirada, cada sonrisa.

¿Se acuerdan de la letra de aquel famoso tango que hizo popular el recordado Carlos Gardel? “Volver con la frente marchita las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada que febril la mirada, errante en las sombras te busca y te nombra. Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez”.

Yo no me identifico con esa letra. Quiero vivir con el alma aferrada a dulces recuerdos que me hagan feliz. Sentir que la vida vale la pena, que veinte años han dado para mucho, aunque hayan pasado sin darnos cuenta y estoy seguro que lo mejor está por venirnos en los veinte próximos años que ya están aquí y han venido en forma de regalo.

En todo caso, el tango “volver” lo cantaremos en un tenderete con cuatro amigos que toquen la guitarra y tres voces prodigiosas que digan. “pero el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar, y aunque el olvido, que todo lo destruye haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde que es la fortuna de mi corazón…..